La tarde pasó sin más complicaciones. Para olvidar el tema que aquejaba a Maxine, los dos volvieron al departamento y ordenaron varias cajas de cerveza, también compraron comida rápida para llenar sus estómagos y se encerraron allí mientras veían un partido de futbol.
El padre de Jackson le había pedido a la chica que lo mantuviese ahí un poco más mientras terminaban las investigaciones en su casa y calmaban a la prensa, pero eventualmente ambos sabían que no podrían seguir manteniendo todo eso en un perfil bajo.
—¿Puedes creer que tuve que meter mi mano en su pecho para que no se desangrara? —le comentó ella cuando le relataba una de sus hazañas en la guerra.
—Y pensar que de niña te daba asco la sangre —le bromeó.
—Sí bueno, crecí, maduré, aprendí que hay cosas a las que no debo tener asco —le dijo haciendo un guiño.
Él se echó a reír, y ella amaba escuchar esa melodía saliendo de su boca.
—Max, ¿y en serio en todo este tiempo nunca saliste con nadie?
Ella le dio un sorbo a la bebida antes de responder.
—Alguno que otro, nada serio. Cuando estás en una guerra, lo que menos piensas es en el amor.
A pesar de que le había dicho eso, en realidad en sus peores momentos, ella siempre pensaba en él.
—Lo imagino, y eres realmente valiente por todo lo que has hecho —le aseguró tomando su mano.
Esa acción causó que su corazón se acelerase. Maxine quería preguntarle por qué la había besado otra vez en la playa esa mañana, pero la conversación seguía fluyendo de forma tan casual, que no encontraba la manera de introducir la pregunta sin que fuese disruptiva.
—¿Y tú? Aparte de mi hermana, claro.
Jackson apartó la mano cuando ella mencionó a Georgia.
—Salí con algunas chicas, nada serio —respondió de la misma forma que ella.
Los dos se miraron y sonrieron, era evidente lo que ocurría entre ellos, pero ninguno estaba dispuesto a dar el primer paso.
La televisión los distrajo cuando el presentador gritó un ¡gol! Maxine volteó y abucheó a la pantalla pues había hecho un punto el equipo contrario al que apoyaba.
Cuando el partido terminó ya se habían bebido al menos una caja entera y estaban bastante ebrios, sin embargo, ninguno se detuvo a descansar. Decidieron poner una película y siguieron comiendo.
—¿Te digo una cosa? —comentó Jackson casi al empezar la película.
Ella se volteó y lo miró esperando a que hablase.
»Tenía demasiados años sin hacer esto, creo que desde que me fui de casa.
—Recuerdo bien ese día, quise ir a despedirte al aeropuerto, pero llegué tarde.
Jackson se transportó a aquel recuerdo de su juventud, cuando solo tenía dieciocho años. Recordaba que Maxine se había enojado con él por habérselo dicho por mensaje de texto.
—Yo creí que no habías querido ir, estabas molesta.
—Ibas a irte, en la víspera del aniversario de muerte de mi madre, claro que estaba enojada contigo —admitió—, aun así, de verdad quise ir a despedirte.
—Eras mi mejor amiga en ese entonces, me dolió no verte decir adiós —respondió acercándose a ella.
—¿Era?
—Ahora eres mi guardaespaldas —le dijo sacudiendo su cabello lacio.
Ella lo empujó contra el sillón, mas, no esperó que Jackson la tomase por el brazo y la jalara hacia su cuerpo. Maxine se echó a reír y entonces él comenzó a hacerle cosquillas como cuando eran unos chiquillos.
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La Guardaespaldas del CEO
RomanceJackson es el CEO más atractivo y codiciado de Washington D.C. pero no solo es perfecto físicamente, también es un genio; sus negocios van de la mano de la industria armamentista. Luego de estudiar ingeniería muchos años en el extranjero, regresa co...