—Decir que todo fue un caos es reducirlo a muy poco. Los días después del atentado todo pasó como si estuviese viendo una película, ni siquiera tenía cara para mirar a Jackson a los ojos. Debí estar cerca de su madre, debí quedarme a pesar de que me pidió que me fuera... no lo sé, aún sigo pensando que fue mi culpa.
La psicóloga escuchaba atentamente las palabras de Maxine. Ella por su parte, intentaba contener las lágrimas mientras le relataba lo sucedido el infame día de la fiesta de donación en la universidad.
Tal y como ella le contaba, las cosas habían sucedido demasiado rápido. Fue un caos, y a la vez algo bastante simple y lineal. Los terroristas se habían infiltrado en la fiesta, plantaron una bomba en un lugar específico, que ya había sido previamente revisado por los agentes del FBI y la seguridad privada del señor Colt.
Aun así, se las arreglaron para colarse, poner la bomba y detonarla justo en el momento exacto en el que Genevive Walton estaba en el escenario.
El hecho de que Maxine haya visto a un sospechoso e intentase avisar a los demás de lo que iba a ocurrir, no impidió que muchas vidas se perdieran esa noche.
Una vez más, los recuerdos de Irak y la culpa de haber sobrevivido cuando sus compañeros no pudieron, la carcomía. Ahora se sentía todavía peor por la muerte de Genevive.
Jackson no le había dicho nada, de hecho, si acaso y se habían dirigido unas pocas palabras, en especial esa misma noche. Cuando ella salió sin el cuerpo de su madre y llena de sangre y lágrimas, él supo que no había sobrevivido y se quebró como nunca lo había visto.
Maxine quiso decirle que estaría ahí para él, que entendía lo que estaba sintiendo porque ella también había perdido a su madre, pero no pudo hacerlo, pues sus hermanas la necesitaban, su padre la buscaba. Los agentes querían hablar con ella sobre la persona que vio. Luego de que todo se calmase un poco, supo que Jackson se había ido con su padre para los preparativos del entierro de Genevive.
A la única persona que sí que había estado evitando a propósito, era a Ryan. Ella no se lo había dicho a nadie, pero no podía sacar de su cabeza las últimas palabras de Genevive.
¿Qué sería lo que había intentado decirle? Max le daba vueltas una y otra vez tratando de encontrarle algún significado, sin embargo, no veía la relación en nada de eso, y llegó a pensar que tal vez solo se había confundido.
—Quiero que entiendas una cosa, Max. O bueno, más bien dos. La primera es que esto tampoco ha sido tu culpa. Y la segunda, que es la primera vez desde que regresas de que te encuentras en una situación tan estresante, tal y como estarías en el campo de batalla en Irak, y a pesar de la explosión, no te paralizaste. Hiciste lo que tenías que hacer.
Maxine abrió los ojos con sorpresa. Ella tenía razón. Pues, aunque la explosión sí que la noqueó por un momento, pudo ponerse de pie y buscar a su familia y amigos sin problemas.
La chica sonrió ligeramente.
—Entonces algo debe estar haciendo bien, doc —le bromeó.
La alarma del final de la sesión sonó. Max se despidió y salió hasta la calle donde su padre la estaba esperando.
Después del atentado, la seguridad con todos se reforzó. Ninguno de los implicados o familiares cercanos podía andar solo por ahí, y eso la incluía a ella.
—Papá, no necesito que estés persiguiéndome como un vigilante todo el tiempo. Yo estoy bien.
—No me voy a arriesgar, la cosa se ha puesto mucho peor Maxine. Entra al auto.
Ambos se subieron y él arrancó con dirección a su oficina.
—¿Han podido encontrar algún indicio que nos diga quién fue?
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La Guardaespaldas del CEO
RomanceJackson es el CEO más atractivo y codiciado de Washington D.C. pero no solo es perfecto físicamente, también es un genio; sus negocios van de la mano de la industria armamentista. Luego de estudiar ingeniería muchos años en el extranjero, regresa co...