CAPÍTULO 41: Y PENSAR QUE CREÍ SER LA MALA

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Maxine enfocó todo su esfuerzo en investigar a quien creyó que había sido su gran amigo Ryan hasta ahora. La espinita de la sospecha ya se había avivado en ella lo suficiente como para no descansar, mucho menos para regresar a su casa. Le dijo a su padre que se quedaría donde una amiga del instituto, pero en realidad estaba en un hotel cercano a la casa de Ryan, y había comenzado a vigilar sus movimientos.

Solo tenía ahí tres días, y hasta ese momento no había visto nada sospechoso, pero no descartaba que pronto pudiese ver algo inusual.

La espera era aburrida, así que mientras lo espiaba, tomó su celular y se puso a ver videos divertidos.

Enfocando su mente en eso dejaba de pensar en Jackson. Una parte de ella pensó que tal vez estaba exagerando, después de todo, le parecía imposible que Ryan fuese capaz de cometer una traición como esa, en su interior se llegó a decir que hacía todo esto solo para no pensar en su mejor amigo.

Suspiró con pesadez, todo estaba en calma hasta que de pronto vio movimiento en la casa. Se asomó por el telescopio y vio a Ryan entrar con una bolsa marrón de mercado. El chico cerró la puerta y nada más.

Maxine se echó de vuelta al asiento sintiéndose estúpida.

—Si Ryan supiera lo que estoy haciendo, me odiaría. ¿Cómo puedo desconfiar de él? —se dijo a sí misma.

Su mente repasaba aquel evento en el que él se había perdido luego de una misión de rescate. Ryan había llegado golpeado, deshidratado, tenía signos evidentes de tortura y de que había estado amarrado, pero aseguraba no recordar nada de lo que pasó, mucho menos cómo pudo escapar de la sociedad del lobo rojo.

—No tiene sentido —volvió a hablar.

De pronto se sobresaltó al escuchar la llamada de su celular. No era otra que su pequeña hermana Charlie.

La chica había estado ocupada con todo lo de la universidad. Su padre le había intentado prohibir volver, pero Charlie era igual de terca que Max, así que el señor Colt tuvo que conformarse con ponerle un guardaespaldas.

—Charlie, ¿qué sucede?

—¿Estás muy ocupada? —preguntó su hermana con cautela.

—Sí, ¿por qué?

—Necesito que vayas con urgencia a la casa y me traigas una carpeta con documentos que dejé olvidada en la mesa de mi habitación.

—¿No puedes ir tú?

—No, por eso te estoy llamando, vamos no seas cruel conmigo, lo necesito y es imposible que salga de aquí ahora mismo.

—¿Por qué? ¿Dónde estás?

—Ammm, estoy en la universidad, pero... mejor vienes y ya te cuento todo. ¡por favor, por favor, te lo suplico! Te juro que no te vuelvo a pedir nada más en la vida.

Maxine giró los ojos, a su hermana le encantaba hacer ese tipo de promesas que nunca resultaban ser ciertas.

—Está bien, te lo llevaré.

—¡Gracias! Eres la mejor hermana.

Charlie le lanzó un beso por el altavoz y colgó. Antes de irse Maxine miró una última vez por el telescopio. Ryan estaba en la cocina y sacaba las compras con normalidad, nada fuera de lo común.

—Estoy loca —dijo suspirando.

Salió de la habitación de hotel, pero antes la cerró muy bien con llave y tomó nuevamente un taxi que la llevó hasta su casa. Estar ahí le traía malos recuerdos. Imaginó que Georgia estaría dentro y le dio escalofríos pensar que podía encontrarla con Jackson, del que no había sabido nada desde ese día.

La Guardaespaldas del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora