CAPÍTULO 42: TE ESTOY ESPERANDO

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Jackson demoró más de lo previsto con la gente del pentágono, entre las pruebas y el montón de papeleo que tuvo que firmar, no le quedó más opción que esperar un día entero para poder hablarle a Maxine, pues hasta el celular le habían quitado antes de entrar, pero, finalmente todo había quedado resuelto y los agentes del gobierno quedaron complacidos con el SAEM.

—Ha sido un placer trabajar con usted, señor Walton —le agradeció el mismísimo ministro de seguridad nacional.

Jackson le estrechó la mano y sonrió pensando en el cheque que le llegaría, pues no solo lo habían aceptado, sino que le pagaron una cuantiosa suma por él. Estaba encantado de dejarle absolutamente todo a ellos, así descansaría de la amenaza que lo acechaba a cada momento.

—Con esto, ¿cree que ya me dejen en paz?

—No se preocupe, estamos a punto de descubrir a los involucrados, pero, de todos modos, deberá seguir con la seguridad hasta que la amenaza se haya neutralizado.

Incluso el hombre le ofreció meterlo en el programa de protección a testigos, pero Jackson se negó. Estaba seguro de que ahora todo iría mucho mejor, por eso, ni bien le devolvieron su celular y salió de allí, llamó a Maxine, a la que no había podido sacarse de la cabeza ni un solo minuto desde que le había terminado a Georgia.

Se ponía nervioso de solo pensarlo, como un adolescente que va a verse con la chica que le gusta por primera vez. Nunca había tenido ese problema con nadie, pero Maxine era diferente para él.

Sonrió y esperó que ella le respondiese la llamada.

—Kong.

—Jackson —respondió y se echó a reír. A Jackson le pareció lo más melodioso del mundo.

—Necesito verte, ahora mismo —pidió con urgencia.

—Dime dónde.

—En nuestro lugar especial. —Jackson sabía que ella entendería muy bien dónde era.

El lugar que los había visto crecer y donde habían jugado durante largas horas, también el sitio donde por primera vez sintió arder de celos al verla con otro hombre, y donde le había robado su primer beso con la excusa del alcohol: el restaurante del láser tag.

Jackson despachó al agente que lo seguía y subió a su auto con sus lentes de sol puestos y partió de inmediato. Se sentía como un crío enamorado, el corazón le latía acelerado y las manos le sudaban, estaba emocionado por verla y sintió que la forma en la que ella le había respondido significaba que estaba igual.

No supo por qué, pero Maxine sonaba segura y decidida. Sintió esperanza de que tal vez esta sería una nueva etapa para ambos, y que ya no iban a detenerse por nada ni por nadie.

Llegó al restaurante en cuestión de media hora, dejó su auto estacionado y entró al restaurante con expectativa. Esperaba verla ahí, pero cuando recorrió con su vista el sitio se dio cuenta de que todavía no había llegado. Pidió una mesa y se sentó a esperar.

Al principio la ansiedad lo carcomía, terminó por pedir una limonada para refrescarse y que se le pasasen los nervios, sin embargo, el tiempo seguía pasando y Maxine no llegaba.

Miró su reloj, ya habían transcurrido cuarenta minutos desde su llegada. Era extraño que aún no estuviese ahí, pero no quiso darle importancia.

Para cuando se hizo la hora y media, Jackson comenzó a pensar que Maxine lo había dejado plantado. Sacó su celular y le envió un mensaje, pero este no fue recibido. Entonces decidió llamarla. El teléfono timbró dos veces y luego colgó la llamada.

—Esto es extraño —dijo para sí mismo, suspiró e intentó no pensar en nada malo. La idea de que tal vez ella se había arrepentido de verlo cruzó su mente, después de todo, todavía no le había dicho que ya no se casaría con Georgia.

La Guardaespaldas del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora