CAPÍTULO 22: MI VIDA POR LA TUYA

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El corazón de Maxine dio un vuelco al leer ese mensaje. Ni siquiera necesitó pensarlo, tomó su chaqueta de cuero y bajó a toda prisa las escaleras para llegar a su auto.

—¡Max, espera! —le gritó su padre—. No puedes irte así.

—Tengo que sacar a Jackson y a mi hermana de allí —le dijo a su padre con el semblante serio.

—Y lo haremos, pero no puedes precipitarte y lo sabes.

—Ay padre, claramente no me conoces —soltó con un tono ácido y continuó su camino hasta el auto.

Colt se quedó un poco impresionado por aquella respuesta, apretó las manos en puño y resopló sintiéndose impotente. Había criado a una hija muy testaruda, pero no podía quejarse, era igual a él; quizá demasiado.

Mientras él hacía las llamadas correspondientes para poder solventar la situación, Maxine ya iba en camino hasta el edificio de la televisora donde estaban transmitiendo en vivo.

Intentó llamar a Jackson, pero este no contestó las llamadas.

—¡Maldición! —renegó golpeando el volante del carro.

No pudo evitar sentirse estúpida e inmadura, porque si no hubiese estado tan ocupada en alejarse de él por la confusión en sus sentimientos, quizá nada de eso habría pasado.

No obstante, Max sabía que no podía vivir de los "hubiese". Se secó las lágrimas que comenzaban a escapar de sus ojos y pisó el acelerador cuando el semáforo que la había detenido cambió a verde.

Ella era su guardaespaldas, y lo sacaría de ahí sin importar las consecuencias.

No demoró ni veinte minutos en llegar al edificio. Por fuera todo parecía normal, incluso, un guardia de seguridad le impidió el paso.

—No tengo tiempo para esto, yo soy la guardaespaldas del señor Walton, por favor déjame pasar. Tengo serios indicios para creer que está en peligro.

El hombre como de dos metros y tan ancho como una montaña se plantó frente a la puerta y la miró con seriedad.

—He escuchado excusas muy creativas, pero sin duda, esta es nueva —le dijo en tono burlón.

Max gruñó de rabia y giró los ojos hasta ponerlos en blanco.

—Eres tan incompetente, que ni te enteras de lo que ocurre allá dentro. Al menos intenta comunicarte con la gente del staff, así veremos quién está delirando aquí.

El hombre suspiró, mas, hizo lo que ella le pidió. Su sonrisa se borró en un segundo cuando se dio cuenta de que ocurría algo extraño.

—No responden —dijo casi en un murmullo.

Maxine no pudo aguantar más, lo empujó con fuerza haciéndolo a un lado. El guardia trató de evitar que pasase sujetándola por el brazo, pero ella le dobló la muñeca hacia atrás de una forma inhumana. El guardia gritó.

—Mantente fuera de mi camino, Steve. —Leyó el nombre en la placa de su pecho.

Steve enseguida dio aviso por el radio de que una loca se había metido en el estudio, pero no recibió la respuesta que esperaba; de hecho, no recibió ninguna.

Maxine subió las escaleras a toda prisa, pues la impaciencia le ganó como para esperar el ascensor. Cuando llegó al piso, irrumpió en el estudio de grabación abriendo la puerta de par en par.

Su presencia causó que todos los que se encontraban ahí volteasen a verla.

—¡Seguridad! —gritó una chica de traje.

La Guardaespaldas del CEODonde viven las historias. Descúbrelo ahora