Maxine estaba eufórica por encontrarse con Jackson, pero primero debía dejar algunas cosas en orden antes de llegar al restaurante del láser tag donde por fin hablarían de sus sentimientos. Había dejado las cosas de espionaje dentro de la habitación de hotel y aunque pidió expresamente que nadie entrase, sabía que era poco probable que lo cumplieran. Lo que menos quería era meter en problemas a su padre, pues el equipo le pertenecía.
Para poder hacer eso Maxine tuvo que pedirle al agente del FBI que la vigilaba que ya no tenía que hacerlo más. Sabía que estaba corriendo un riesgo inmenso, pero no podía arriesgarse a implicar a Ryan en algo de lo que no estaba cien por ciento segura que fuese parte.
Por eso, antes de ir a la universidad con Charlie y luego a lo de Jackson, prefirió volver al hotel. No le iba a tomar más de quince minutos recoger todo, ya después podría volver con más calma, aunque estaba segura de que no lo haría, pues le parecía ridículo haber sospechado de Ryan solo por algunas coincidencias menores.
El taxi la dejó en el lugar y saludó a la recepcionista del turno de la mañana que estaba allí. La chica le dio una cálida sonrisa y la dejó pasar sin más problemas.
Sin embargo, Maxine no sospechaba lo que ocurría en casa de Ryan, y lamentaría con creces no haberse ido directo a la universidad.
Esa mañana los terroristas habían llegado al territorio estadounidense bajo una red de falsificación de pasaporte y sobornos para poder ingresar sin que fuesen descubiertos. Estaban reunidos ahí y no precisamente porque Ryan los hubiese invitado, de hecho, él estaba furioso por tener que prestar su casa para eso, pues sabía que era un riesgo demasiado grande.
No obstante, Qasim Al-Rawi no estaba dispuesto a esperar ni un solo minuto más. No había acudido él en persona, en cambio, envió a su hombre de mayor confianza, un moreno de nombre Mustafa Al-Zaidi. Un hombre aterrador que con solo mirarlo podía poner los pelos de punta del más aguerrido de los hombres. Llevaba una cicatriz que le cruzaba toda la mejilla derecha y le atravesaba el ojo. De ese lado no miraba muy bien; de hecho.
Con Mustafa vino un séquito de veinte hombres más, pero ellos no estaban precisamente en la casa, era obvio que llamarían mucho la atención, así que se encontraban ocultos en los alrededores y listos para esperar la señal de su líder.
Mustafa confrontaba a Ryan mientras que tres de sus hombres registraban el lugar.
—¡Qasim no te va a esperar más! ¿O es que acaso piensas traicionarnos? —acusó.
—Claro que no, pero te recuerdo que tu jefe me pidió ser discreto —dijo Ryan sin titubear y le apartó la mano con la que sujetaba la camisa.
—Nos arriesgaremos a dejar de ser "discretos" —Hizo comillas con las manos de forma irónica, ya que lo que menos habían hecho era ser sigilosos al respecto.
—¡Hassam es el responsable de eso, no yo!
—¡A mí que demonios me importa quiénes son los responsables! —espetó Mustafa—. ¿Dónde está el maldito chip?
—Está en un collar de zafiro, estoy seguro de que está ahí.
—¿Y dónde encuentro ese collar?
Ryan tragó en seco, sabía que estaba a punto de entregar a su amiga, a la chica de la que se había enamorado tontamente en el ejército. Ya no podía retroceder, y aunque sintiera un poquito de remordimiento por lo que iba a decir, no podía detenerse.
—Lo tiene...
—¡Mustafa! —llamó uno de los hombres que venían con él.
El tipo de repente se ocultó detrás de la pared e hizo una seña para que ellos también se escondieran.
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La Guardaespaldas del CEO
RomanceJackson es el CEO más atractivo y codiciado de Washington D.C. pero no solo es perfecto físicamente, también es un genio; sus negocios van de la mano de la industria armamentista. Luego de estudiar ingeniería muchos años en el extranjero, regresa co...