BEATRIZ ORENCIS
Recuerdo con claridad el día en que nuestras vidas se cruzaron por primera vez. Era una de esas mágicas mañanas de primavera en Ottawa, donde el sol brillaba con una calidez renovadora que iluminaba cada rincón del paisaje. El césped, más verde y vibrante que nunca, parecía invitar a los paseantes a disfrutar de su frescura. Los árboles, llenos de hojas, ofrecían sombras acogedoras, mientras las flores, en una explosión de colores, llenaban el ambiente con sus aromas dulces y envolventes.
Era el quince de abril de 2023. Aquella mañana, me había vestido con unos botines oscuros y unas medias pantis del mismo tono. Mi falda gris se intentaba elevar con el viento mientras avanzaba por la calle, pero yo era más persistente. A pesar del aire fresco, mi suéter negro de cuello alto y mi cabello rubio beige ondulado y suelto, me mantenían abrigada de la ventolina.
Aunque la semana libre de primavera aún no habían comenzado para estudiantes y profesores, yo disfrutaba de mi libertad ese sábado. La estación de autobuses estaba llena de vida; las personas se movían rápidamente, ansiosas por alcanzar sus destinos. Todos logramos encontrar asiento en el autobús, excepto una señora de aproximadamente setenta años. A su alrededor, más de veinte jóvenes la ignoraron, algunos absortos en sus propios mundos dentro de sus teléfonos y otros fingiendo mirar a través de la ventanilla. No podía quedarme de brazos cruzados, así que decidí ofrecerle mi lugar. No quería que mi corazón se endureciera como el de aquellos que la miraban sin piedad.
-Señora, por favor obtenga mi lugar----la señora asintió. Yo me levanté agarrándome del espaldar del asiento y la ayudé a sentarse cómodamente.
-Muchas gracias jovencita, espero que la alegría se apodere de tu vida----la anciana sonrió batallando contra su piel caída y yo le devolví la sonrisa.
Estaba en una posición difícil debido a mi falda, pero no me arrepentí de mi decisión. Pocos minutos después, un chico apareció caminando desde el fondo del autobús. Llevaba un traje negro, impecable, sin corbata, que contrastaba con su oscuro cabello liso que caía sobre su frente. Su piel era tan clara y suave que parecía casi etérea. Se detuvo a dos pasos de mí y, en ese instante mágico, nuestro ojos azulados se encontraron. Todo lo demás se desvaneció; el bullicio del autobús, las conversaciones a nuestro alrededor, todo quedó en un segundo plano mientras el tiempo se detenía entre nosotros. Luego regresé a mis sentidos cuando escuché su voz sutil y fuerte a la vez dirigirse a mí.
-Señorita, no es correcto que vaya de pie, tome mi lugar, por favor----el brillo de sus ojos no fue suficiente para lograr que renegara mis principios.
-¿Por qué aceptaría?----parecía estar sorprendido por mi respuesta----le negó su asiento a la señora, sin embargo, ahora que es una joven hermosa quien está de pie, ¿le ofrece su asiento?.
-Entiendo su punto, pero esto es un malentendido, mis intenciones no son las que usted cree----parecía que comenzaba a molestarse debido a mi comentario.
-Joven, el muchacho está diciendo la verdad, estaba durmiendo en su asiento, por eso no me ofreció su lugar----la voz de la señora se escuchó en un tono suave y calmo.
¿Por qué me expresé así?. ¡Aich!. En estos momentos quisiera salir corriendo.
-Lo siento mucho, me dejé llevar por mi errónea creencia y lo desprecié, estoy muy apenada----estaba más que apenada, parecía normal a la vista de todos pero no lo era, quería arrancarme los cabellos.
-Si tanto lo siente, acepte mi lugar, con eso es suficiente para perdonarla----aún avergonzada asentí y caminé hasta el fondo del autobús para ocupar su lugar. Entonces, él me ofreció su chaleco al notar mi incomodidad con la falda y regresó a su lugar sin dejarme pronunciar una sola palabra.
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Nuestro Otoño
Teen FictionPara muchos, la primavera es un canto de alegría y un renacer de la vida. También lo fue para mí en su momento, un tiempo de luz y esperanza. Sin embargo, esa esencia vibrante se ha desvanecido con el paso del tiempo. Mi primavera, una vez radiante...