Beatriz se despertó con una sonrisa radiante y una energía desbordante. Corrió a asearse y vestirse con rapidez. En menos de treinta minutos, estaba lista: un vestido sencillo color carmesí y sus sandalias habituales, fue lo que agarró. Llevaba el cabello suelto y su rostro estaba al natural; no quería parecer extravagante en su encuentro con Fabricio. Que tendría lugar en casa. Sin embargo, al bajar las escaleras, una noticia inesperada la sorprendió.
-¿Mamá, papá?----se impresionó al verlos con ropas elegantes y maletas----no me avisaron que iban de viaje.
-Es un asunto urgente, lo decidimos esta mañana----contestó apresurada su madre.
-Hay algunos problemas con nuestro hotel hubicado en Winnipeg, aunque no debes de saber cuál es----aseguró su padre pensando en su poco interés por la empresa.
-Si el hotel "The Fairmont"----enfatizó para que viera su equivocación----está en problemas, deberían de viajar, vayan----sonrió acostumbrada a esos viajes.
-Me alegra saber que conoces tus futuros negocios, cuídate mucho y no dejes entrar a extraños----mencionó su padre y ella asintió sonriendo.
Cuando sus padres se retiraron, no pudo evitar pensar: "Literalmente no incumplo mi promesa. Fabricio no es un extraño". Se sentía segura de ello. No habían acordado una hora específica para verse, así que Beatriz decidió salir al jardín y acomodarse en uno de los sillones de la terraza. Colocó la jaula de Fabe sobre la mesa y, apoyando los codos en los brazos del sillón, comenzó a leer el libro que Scarlett le había prestado.
-Fabe, de todas las frases que te he leído, ¿cuál es tu favorita?----lo observó con una leve inclinación pero el loro solo la imitó sin decir una palabra----claro, no puedes responder.
Mientras leía, una oleada de tristeza y soledad la invadió, aunque sonreía. "Ya enloquecí", fue lo único que pudo pensar. En ese momento, escuchó a la empleada abrir la puerta y conversar con alguien. Desde su posición, reconoció que era Fabricio. Tal vez no sabía lo guapo que lucía vestido de negro; si lo supiera, seguramente no habría causado tal explosión en el corazón de Beatriz. Ella lo saludó con una sonrisa, y al notarla, él caminó hacia ella. Beatriz se levantó para recibirlo adecuadamente.
-Nos volvemos a encontrar----anunció él para romper el hielo entre ambos.
-Así es----siempre que estaban juntos no podía evitar sonreír mientras se miraban a los ojos.
-Traje tu ropa----le ofreció una bolsa negra con la misma dentro.
-Muchas gracias por traerla----la colocó al lado de la jaula sobre la mesa----en seguida regreso, mientras ponte cómodo----él asintió sentándose en el otro asiento y ella fue a la cocina rápidamente.
Unos minutos más tarde, Beatriz regresó con dos vasos de cristal, llenos de jugo de limón con hielo. El día era caluroso, así que le pareció una excelente idea. Él aceptó amablemente y ella se sentó con su vaso en la mano. Temía que el ambiente se tornara tenso por la falta de conversación, pero para su sorpresa, Fabricio rompió el hielo.
-¿También lees ese libro?----preguntó con un aire de curiosidad.
-Sí, me lo prestó Scarlett, ya casi lo termino, dijo que se lo devolviera rápido porque es su...
-Su libro favorito----ella lo miró sorprendida----nos encontramos en la biblioteca y también me lo dijo, incluso me dio uno para que lo leyera, ya lo terminé----mencionó con simpleza.
-¡Oh!, ya veo----el silencio casi se apodera del momento aunque ella lo evitó----¿cuál es tu frase preferida?.
-¡El amor está en el aire!, ¡El amor está en el aire!----respondió el loro y ambos rieron a carcajadas.
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Nuestro Otoño
Ficção AdolescentePara muchos, la primavera es un canto de alegría y un renacer de la vida. También lo fue para mí en su momento, un tiempo de luz y esperanza. Sin embargo, esa esencia vibrante se ha desvanecido con el paso del tiempo. Mi primavera, una vez radiante...