En las tierras vibrantes de Tenochtitlan, donde los ecos del pasado aún susurran historias de valentía y amor, llegó una mujer de lejanas tierras llamada Enid.
A pesar de ser obligada por los españoles, su corazón, lleno de curiosidad y anhelo por...
Solté un quejido cuando la rodilla del español impacto mi estómago, di unos pasos hacia atrás para luego atacarlo pateando su muslo izquierdo, en el momento que perdió el equilibrio, lo hice caer de rodillas tomando esta oportunidad para golpearlo con el Macuahutl provocando que su sangre me salpicará.
—Invasor asqueroso—. Dije con asco para luego mirar a mi al rededor.
Mi búsqueda de mi mujer no ha dado frutos pero no pierdo ninguna esperanza de encontrarla pronto, mientras tanto me he dedicado a matar cuánto español se me cruce por delante. Enfrente de mi hay una fuerte batalla de aldeanos, guerreros contra españoles, sangre derramada por todos lados y algunas mujeres tratando de huir del conflicto con sus bebés.
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Rápidamente esquivé un ataque de espada utilizando el escudo en el suelo, empuje hacia atrás al español para luego golpear fuertemente sus piernas, al derribarlo me subí encima de este para golpear su rostro, solo me separé cuando escuché el grito de una mujer. Miré con incredulidad como un español tomaba por la fuerza a un niño pequeño quien gritaba por su mamá.
—¡Mi niño!—.
Siempre he sabido que los españoles invasores son una porquería pero mientras yo esté aquí no dejaré que maten a nadie más de los míos. Así que mate rápidamente al español que estaba golpeando para correr hacia el hombre que ni siquiera se dio cuenta de mi presencia.
Salte a su espalda haciendo que suelte al niño, el gritó pero fue demasiado tarde cuando la obsidiana hizo un gran corte en su cuello haciéndolo desplomarse en el la tierra en un baño de sangre. Sonreí con suficiencia para mirar al niño abrazado de su mamá, está me dió una breve mirada pero otro guerrero se acercó para jalarla y decirle que lo siga. Los tres huyendo del lugar.
—Enid... ¿Dónde estas mi amor?—. Me pregunté mirando al rededor con el corazón acelerado.
Seguí mi camino, siento que estoy cerca del hogar que mi madre me indico pero todo es tan complicado. A lo lejos ví a una mujer y un hombre peleando contra seis españoles, teniendo un poco de dificultad, achique los ojos cuando ví que uno de los españoles cargaba su arma y recordé lo dicho por mi mujer.
Así que tome estos segundos para mi beneficio y corrí para atacar al español que soltó un grito de sorpresa para luego morir ante mi arma. Ayude a los dos mexicas matando a otro español con rapidez.
—Tú, ¿Has visto una mujer blanca?—. Pregunté agitada mirando a la mujer que ayude.
Tiene el cabello largo, un poco morena de rasgos muy diferentes a los mexicas y españoles pero su apariencia no es algo que me importante en este momento.
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