-3-

170 41 26
                                    

Wendesday Pov.

Tomé asiento en el escalón sintiendo la calidez del sol que me abraza dejándome disfrutar los buenos tiempos de mis Dioses.

Pero todo fue bruscamente invadido cuando escuché algunas voces fuertes junto con gritos, así que rápidamente me levanté sacando mi Átlatl, apretando con fuerza el mango. Miré rápidamente a mi al rededor buscando a los culpables de perturbar mi tranquilidad.

Solo hay personas mercadiando sus cultivos, algunas otras hablando entre ellos y haciendo trueques. Las personas iban y venian con sus metates, flores y riendo entre ellos. Todo bastante tranquilo.

Hasta que mi mirada se detuvo de mi lado derecho, a una distancia no tan lejano pude notar a uno de esos hombres invasores que parecía estar molestando a una artesana que señalaba su mercancía

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Hasta que mi mirada se detuvo de mi lado derecho, a una distancia no tan lejano pude notar a uno de esos hombres invasores que parecía estar molestando a una artesana que señalaba su mercancía. También pude  observar a tres esclavos blancos que estaban con aquel hombre con falda.

Sujete firmemente mi arma y comencé a caminar, algunos me abrían paso rápidamente y cuando estuve lo suficiente cerca, escuché hablar al hombre en su lengua rara.

—¡Vamos! Estás cosas valen mucho menos que el escudo que llevó—. Se burló el hombre soltando una risotada nasal sujetando su extraña arma en su mano derecha.

 Se burló el hombre soltando una risotada nasal sujetando su extraña arma en su mano derecha

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

—Mi señor... La mujer considera que no puede darle su artesanía sin algo a cambió—. Le respondía la mujer a su lado dándome cuenta de quién era.

—¡Iztaccíhuatl! Dile al hombre con falda que no puede tomar las cosas que quiera, son invasores y aunque Moctezuma los deje estar divagando por nuestras tierras... No le ningún derecho de imponerse a una artesana—. Hablé yo con voz firme llamando la atención de todos.

—¿Qué dijiste?—. Preguntó el hombre encarandome con su rostro asqueroso.

—¿A caso no lo entiendes?—.

—Tú... ¡Puedes hablar mi idioma!—. Gritó divertido soltando una risotada.

¿Qué es lo que le causaba tanta gracia?.

—¿Qué es lo que quieren?—. Dije volviendo a mi lengua.

—¡Enid! Dile a esta mujer... Qué hablé de nuevo español, quiero saber que dice además que parece fuerte... Fuera de lo común de las demás indígenas—. Dijo mirándome de pies a cabeza.

Xochitl y Yollotl: In Ixtapal Nican Anotl (Wenclair)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora