En las tierras vibrantes de Tenochtitlan, donde los ecos del pasado aún susurran historias de valentía y amor, llegó una mujer de lejanas tierras llamada Enid.
A pesar de ser obligada por los españoles, su corazón, lleno de curiosidad y anhelo por...
—¿Qué pasará ahora Wed?—. Pregunté caminando a su lado.
—Alguien más debe tomar el lugar de Moctezuma—. Afirmó con asentimiento de cabeza.
—¿Y quién ocuparía su trono?—.
—Ese sería Cuitláhuac, es su hermano y quién nuestras leyes dictan que tomara su lugar—.
—Dijiste que... Él es uno de los que aborrece a los españoles, ¿Cierto?—.
—Si—.
Oh Dios... Eso quiere decir que este nuevo líder no tendrá compasión con los españoles y en una parte entiendo completamente pero... ¿También querrá matarme a mi?.
—¿Qué es esto?—. Preguntó derrepente Wednesday haciendo que saliera de mis pensamientos.
Delante de nosotras llena de lodo y rota se encuentra la bandera que llevan como estandarte los conquistadores. Tienen un fondo rojo y escudo de la monarquía española.
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—La bandera que Hernán Cortés trae consigo y todos los demás—. Aclaré haciendo que Wednesday asintiera con la cabeza.
Seguimos caminando rápidamente, en mis manos traigo un arma que Wednesday me ha dado, diciendome que mantuviera mis defensas en alto porque ahora estábamos en territorio muy peligroso. Al salir del bosque caminábamos por las calles deteniéndonos un segundo al notar que habían varios mercaderes soltando algunos gritos que no lograba entender.
Sin embargo eso no llamo mi atención si no, fue el hecho de que varios hombres llevaban cargando a un joven en un tipo carruaje, los plimajes en el penacho de su cabeza eran de un tono rojizo mientras que el hombre que va de pie y enfrente trae una lanza.
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—Tezcatlipoca—. Susurró mi guerrera haciendo que la mire.
—¿Qué?—.
—Dios de los guerreros—.
Estaba por decir algo más pero la morena me jalo del brazo para seguir nuestro caminó. De forma rápida llegamos a su casa en dónde me hizo buscar más de sus armas. Wednesday tiene demasiadas armas esparcidas por todo la casa que había aprendiendo a saber dónde estaba cada uno ya que ella misma me los había hecho memorizar diciendo que no siempre estaría a mi lado.
