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Había pasado un tiempo desde que Lina tomó asiento en la barra de su cocina para pedir cotizaciones a través de llamadas. A su alrededor habían plumas, un cuaderno, una calculadora y una lista de ingredientes con detalles que tenía las hojas forradas con plástico. Eran sus herramientas de trabajo que yacían abandonadas en su cajón desde hace años, hasta ese día presente.

Los nervios querían jugarle chueco, pero ella realmente estaba abofeteando su mejilla cada dos minutos para tener los pies sobre la tierra y aferrarse a su realidad irreal. Faltaban dos semanas para hacer un regreso a la cocina profesional, así que se obligó a sí misma a no presionarse en ningún aspecto, incluso en ese donde su esposo comenzó a mostrarse más frío con ella.

Sabía que Seungmin era infantil y hasta inmaduro. Lo amaba, pero realmente le quería enterrar su tacón en el cráneo con la esperanza de que dejara de ser un cabeza de chorlito. Desafortunadamente, no tenía ganas de estar en la cárcel y en ese momento tenía cosas más importantes que centrarse en los celos de su esposo.

—Muchas gracias, buena tarde.

Bajó el teléfono con la enorme sonrisa dibujada en el rostro. Tomó la pluma entre sus dedos y escribió con rapidez la información que se le brindó. Dejó luego las cosas de lado y arrojó el aire en un suspiro largo.

No se lo pensó mucho. Guardó sus cosas en su bolso y se dirigió a su habitación. Se hizo con su teléfono y sus cigarros y se sentó en el sofá largo del balcón. El atardecer ya estaba muriendo frente a ella y la ausencia de su esposo tan sólo volvía el tiempo más melancólico y vacío de lo que ya se sentía.

Estaba harta, esa era la realidad en ese punto. Ella de verdad quería buscar arreglar su matrimonio sin embargo, ya era un hecho que no iba a lograrlo mientras la empresa continuara en crisis. Así que, por más doloroso que se sintiera en su pecho, sabía que era mejor para ella comenzar a tomar una sana distancia.

Deslizó el pulgar en movimientos lentos y aburridos. Sus redes sociales eran un asco del entretenimiento, pero no se vio capaz de ignorar aquel mensaje que se desprendió desde la parte superior.

"¿Te puedo llamar?".

Lina no respondió el mensaje, lo miró por dos minutos y luego simplemente llamó. Se encargó de encender un cigarrillo, descansando el teléfono entre su hombro y oreja para finalmente dar una larga calada.

Hola.

—¿Sólo vas a saludarme?

—No, en realidad, te tengo noticias, Lin.

Lina se reacomodó en su asiento, volvió a chupar del cigarro y tuvo que apretarse el pecho para no terminar perdiendo la cabeza por la incomodidad que le generaba.

—¿Qué tienes para mí, Woo?

—Encontré un edificio en los suburbios, dirección a Gimpo... Es una zona tranquila y el lugar no es lujoso tal cual me lo pediste, podemos verlo...

—Firma el contrato —interrumpió—. Yo... Lamento mucho meterte en mis asuntos cuando apenas nos hemos reencontrado, Woo, pero te juro que me voy a volver loca.

—Tranquila, siempre voy a estar para ti, ¿de acuerdo? Firmaré el contrato y te avisaré cuando puedas mudarte.

—Gracias, Woo, nos vemos.

El mayor colgó la llamada y nuevamente la castaña se envolvió en la soledad. Estaba temerosa. En ningún otro momento habría pensado que llegaría a tomar la decisión de irse de casa por no estar bien con su esposo. Usualmente sólo dejaban de hablarse, se ignoraban y dormían en habitaciones separadas hasta que alguno de los dos se ponía lujurioso. No obstante, esta vez era la extrañeza de su sentir lo que la orilló a tomar la decisión. No quería estresarse, tenía miedo de tener algún sentimiento fuerte y ahora realmente quería desaparecer para evitarlo. Nadie sabía de su decisión, incluso desechó la idea de contárselo a Hyunjin porque sabía que le confesaría a Seungmin de su paradero con tal de verlos reconciliarse, y lo que Lina necesitaba en ese momento era mantenerse en calma hasta el día del evento y que nadie la molestara.

Tarareó un momento aún con el cigarro en los labios. Abandonó su teléfono y sobó su pecho, sintiendo que comenzaba a rechazar el tabaco, pero era claro que no iba a dejarlo porque era su única fuente de paz. Resopló y rodó los ojos sin cuidado alguno cuando vio el auto de su esposo deteniéndose en la cochera. Llevó su interés a otro lado, evitando en todo momento mirar al que se encaminaba al interior. Podía escuchar el eco de los pasos y respingó con los párpados apretados con cada azote que daba a las puertas y objetos. Finalmente la última puerta se azotó a sus espaldas y fue suficiente para que decidiera encarar al gruñón detrás suyo.

—Deja de golpear las cosas —demandó.

—Es mi casa —respondió hurgando sus cajones.

—Me importa una mierda que sea del presidente, ten respeto.

Lina pareció haber dado con el punto clave de algo porque en ese instante el castaño se enfureció y la miró con desdén. Volvió su vista al clóset y sacó un cambio de ropa que definitivamente no era para irse a dormir.

—¿Vas a salir?

—¿Te interesa? Pídele a "Woo" que te acompañe.

—Estás siendo infantil, Seungmin-ah.

Seungmin se mordió el labio aguantando una amarga sonrisa que irradiaba molestia y ofensa. Tomó sus cosas y se acercó un par de pasos deteniéndose casi a un metro de distancia.

—Iré a cenar con Wooyoung, ya sabes, es una muy buena asistente y es una buena amiga.

—Ni se te ocurra.

El otro sonrió, dejándole saber que no le importaba su amenaza. Era obvio que aquel encontronazo no iba a terminar más que una nueva pelea. Lina se sintió nerviosa y su cabeza empezó a agilizarse en busca de algún pretexto para hacerlo detenerse. No era estúpida, sabía que su esposo era codiciado en la empresa y gracias a Jisung, conoció a aquellas que se le solían acercar. Por ello, casi se sintió entrando en crisis porque básicamente Seungmin estaba diciéndole que le iba a dar entrada a aquella que lo había estado cazando.

—Seungmin-ah —llamó—. Lo vas a joder todo si atraviesas esa puerta.

—¿Me estás amenazando?

—Sí, imbécil.

—Deja de ver a ese estúpido y yo no atravieso la puerta —condicionó.

—No puedo —se desesperó—. Estamos hablando de mi trabajo.

Seungmin se encogió de hombros, asegurando que aquello no era de su interés. Un nudo se instaló en el estómago de la castaña y se sintió desesperada porque parecía que el otro no iba a acceder. Entendió, a pesar de todo, que su esposo estaba cegado por los celos. Ella podría proponerle una plática, pero sabía de antemano que no serviría de nada, pues su marido era tan obstinado que se cerraría por completo a una explicación. Y ella definitivamente no iba a renunciar a sus sueños por culpa de un sujeto con problemas de confianza.

—De acuerdo —suspiró—. Yo no voy a dejar mi trabajo y tú vas a atravesar esa puerta... Lo mejor es que nos divorciemos.

—¿Disculpa?

La sonrisa socarrona de Seungmin se apagó. Quiso acercarse un poco más, pero esta vez fue Lina la que se alejó. Apagó el cigarro, tomó sus cosas y salió de la habitación con su esposo detrás suyo, llamándola. Se hizo con sus objetos en la cocina y otras que había en la sala para guardarlas en su bolso. Tenía el dolor intenso surcando en su pecho y tuvo que morderse bien la lengua antes de salir por la puerta principal con dirección a su auto.

—¡Lina!

La castaña abrió la ventana cuando el auto estaba encendido, miró a su esposo que no alejaba su vista de ella y finalmente le mostró el dedo medio.

—¡Maldito seas, Lee Seungmin!

LOVE ME, BITCH [skz family universe]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora