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Victoria

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Victoria

La primera vez que disparé un arma solo tenía nueve años.

Mi padre me había estado dando clases de defensa personal, él decía que era muy importante por si llegado el caso, en el futuro podría defenderme por mi cuenta.

Quería disimular muy dentro en mi interior que jamás tendría que defenderme sola, que tenía a mi padre para hacerlo y eso era más que suficiente, que mi corazón siempre estarían a salvo y jamás lo sentiría dejar de latir.

Pero, aun así, a mi corazón lo sentía en la garganta mientras que Austin acariciaba la comisura de mi boca con sus labios, saboreándome mientras yo intentaba no mover mis caderas hacia arriba para poder sentirlo, sabía que había gente observándonos y a Lucas muy pendiente de nosotros mientras tomaba las fotos.

Me estremecí y solté un suspiro bajito cuando él se separó un poco de mi boca y nuestros ojos se encontraron.

Chocamos nuevamente nuestros labios, pero el beso es más lento, saboreo su boca y sin duda él saborea la mía, aprovecho para morder levemente su labio inferior y darle permiso a su lengua curiosa.

No sé cuánto tiempo pasa hasta que finalmente él se aleja y giramos con la intención de buscar a lucas quien ya no se encuentra frente a nosotros, el muy idiota ya se había ido y nos dejó aquí besándonos.

Ay, Dios, dame paciencia.

—Quiero que me sueltes —le susurro para que solo el escuche.

—Eso no parecía hace unos segundos.

Lo empujo levemente y me levanto rápidamente haciendo una mueca de dolor al golpearme el hombro con su pecho.

—Jueputa vida, solo esto puede estar pasándome a mí.

Lo escucho hablar en español y maldigo a mi nacionalidad solo por un segundo y caigo en cuenta que entendí la palabra Jueputa y en mi diccionario mental, esa es una mala palabra.

—Grosero—lo acuso mientras acaricio mi hombro suavemente.

Él toma mi mano con cuidado y comienza a guiarme hacia el camerino.

—Ahora dime, ¿Quién te hizo eso? —me encara cuando ya estamos dentro del lugar y trato de mirar hacia otro lado en donde no sean sus bonitos ojos.

Respiro profundamente y comienzo a relatarle lo sucedido, que entré a Eclaire y tuve que hackear una computadora.

Que un hombre de seguridad me encontró y quiso detenerme, aun así, fui más rápida, pero al parecer no lo suficiente ya que tuve que defenderme y salir medio lastimada en el proceso.

Aunque realmente eso no fue nada, he pasado por cosas peores.

—¿Estas loca? —me regaña—. Pudieron haberte lasti...

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora