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Austin

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Austin

La noche había sido muy larga, después de follarme a Victoria hasta el amanecer, ambos nos quedamos dormidos. Ella con su cabeza sobre mi pecho acurrucada y yo oliendo la vainilla que emanaba su hermoso cabello azabache.

Tenerla entre mis brazos se sentía tan bien que estaba decidido a no dejar que se apartara de mi más o me auto mataría si eso llegase a pasar.

La observo dormir, jamás me había gustado tanto un color como el negro azabache de su cabello y el profundo de su mirada. Respiro pausado cuidando mis movimiento para que no se despierte.

Mi polla estaba dura desde que abrí los ojos y seguía así sin descanso alguno, quería más de ella, quería probarla, saborearla, chuparle ese punto sensible que me había vuelto loco de necesidad por poseerla.

Tomo mi teléfono que deje sobre la mesita durante la noche y tecleo en busca de algún domicilio para comer, quería comida china, se me antojaba mucho y que mejor que comer con ella.

Acaricio su espalda de arriba hacia abajo, ambos seguimos desnudos pero las sábanas azul oscuro nos cubren del leve frio que comenzó hace unos días avisándonos que el otoño había comenzado.

El timbre del citófono de aviso suena y me levanto sin hacer un movimiento brusco para ir a contestarlo avisando que el domicilio puede subir sin problema alguno.

Entro en la cocina y saco lo necesario para servirnos cada uno nuestra porción de comida, pedí jugo de mora azul porque se lo mucho que le gustan. Me lavo la cara y los dientes en el baño de huéspedes para comenzar a ponerme mi ropa deportiva que traje como cambio para poder moverme cómodamente hoy, pasado mañana es el viaje a Colombia y aun no se lo he dicho a Victoria, no quiero presionarla en absoluto, pero es muy importante para mí ese viaje, fuera de la presentación de ropa con Eclaire y su misión en cubierta.

—Huele delicioso.

Me quedo inmóvil cuando veo a Victoria caminando hacia mí, trae puesta mi camiseta manga larga remangada en los codos y le cae más arriba de los muslos, se ve tan hermosa que la polla me da un tirón y aprieto más de la cuenta la servilleta que tengo en la mano.

—Pedí comida china—me aclaro la garganta y sonrío cuando al llegar frente a mí, se recuesta un pocos obre el mesón y se queja—. ¿Adolorida?

Me burlo y eso no le molesta si no que sonríe ante mi comentario.

—Afortunadamente.

No sé qué significa eso, pero lo tomare como un sí, pero de manera agradable.

Me acerco y ella cierra los ojos un breve segundo para oler mi aroma corporal, abre la boca para decir algo, pero luego la cierra.

—¿Pasa algo?

—¿Vas a irte? —niego con la cabeza—. Estas... Bueno, estas arreglado para irte, luces muy sexi en ropa deportiva...

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora