7. ❀

143 21 11
                                    


Victoria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Victoria

Siempre me había detenido a pensar las cosas pecaminosas que deseaba hacer antes de actuar o hablar, pero con Austin la cabeza me daba demasiadas vueltas.

—¿Qué ganas tú? —cuestiona el posando sus manos en mi cintura apretándola.

Cuando me apretaba de esa manera mi cerebro hacia corto circuito.

—No sé, supongo que te pediría algo de valor—digo desinteresada, pero gimo cuando siento su erección en mi bajo abdomen.

—¿Qué es algo de valor para ti?

—Al final decidiré yo que es lo que quiero.

—No estoy de acuerdo—dice y acto seguido me gira poniéndome de espaldas a el—. ¿Siente eso? —su erección me talla el trasero—. Decida de una buena vez o me va a estallar la polla, Victoria.

Jadeo cuando comienza a besarme el cuello y poza una mano en mi cuello apretándolo, y la otra mano ahora me acaricia los muslos.

Mi intención con este vestido no había sido poner cachondo a nadie, bueno, tal vez sí.

Gimo y la mano que está en el cuello me aprieta levemente para luego bajar hasta mis pechos y masajearlos por encima del vestido.

—No deberíamos...

—Shhh.

Me restriego contra él y gimo bajito, devora mi cuello como un hombre obsesionado.

—Tu cuello me vuelve loco.

Me giro para encararme y me sube al escritorio, me abro de piernas y jadeo al sentirlo en mi centro. Sus ojos se encuentran con los míos, asiento ante la pregunta muda que demuestra. Acto seguido toca mis muslos agarrando el borde de mi vestido para comenzar a subirlo.

Besa mi nariz y antes de que sus labios se posen en los míos tocan la puerta.

—Señor, tiene una reunión dentro de cinco minutos—Anuncia Cori, su asistente—. Los accionistas lo están esperando.

Tres segundos pasan antes de que Austin responda.

—Por supuesto.

No suelta el borde de mi vestido, sin embargo, en vez de subirlo lo alisa bajándolo y comienza a acomodar mi cabello.

—Debo irme—dice—. Pero ni creas que esto lo dejare pasar.

Acto seguido toma su IPad de sobre el escritorio y besa mi mejilla antes de salir y dar un portazo.

Frustrada y cachonda cierro los ojos maldiciendo.



Había rastreado el número de teléfono que habían enviado de manera anónima que, mencionaba a los Cuervos nocturnos.

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora