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Victoria

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Victoria

Nunca pensé que quizás tendría que volver a casa de mis padres solamente para recopilar alguna información que quizás pueda ayudarme a entender el porqué de la tumba vacía de mi padre, pero el cadáver de mi madre continua allí aquí había gato encerrado y esto me estaba comenzando a sacar de mis casillas, yo tenía una misión que cumplir con la policía y ahora este tema de los Cuervos Nocturnos me estaba colmando la paciencia.

—¿Estas bien? —pregunta mi mejor amigo cuando ve que sigo mirando la puerta de la entrada de casa.

—Perfectamente—me aclaro la garganta.

Mis padres habían comprado una casa cuando cumplí cuatro años a las afueras de New York en Morristown, la casa contaba con dos pisos un sótano y un ático. Realmente nunca había entendido el porqué de una casa tan grande si básicamente éramos solo cuatro personas incluyendo a mi tía Sonia, pero ella vivía en su casa con su pareja de ese entonces.

El jardín estaba terriblemente descuidando, y la madera del suelo de la casa chirriaba bastante feo cada que el viento soplaba, si algún día pensaba en venderla sería una pérdida de dinero para mí, pese a que aun estaba en buen estado, algunas partes de la casa ya no eran tan nuevas o estaban en buenas condiciones.

Mi primera impresión al entrar a casa de mis padres después de tres años y ver varios papeles regados en el suelo fue respirar el aroma ha guardado.

Méndez y Liam entraron con cautela mirando todo.

Habían decidido utilizar guantes si llegado el caso llegáramos a encontrar algo.

—¿Es normal que los electrodomésticos ya no funcionen? —preguntó el detective y yo asentí.

—Han sido años...—hice un pausa y elegí mejor mis palabras—, Decidí finalmente no hacerme cargo de la casa, es demasiado tiempo y perdida de dinero, solo lo deje pasar.

—Es preciosa—asentí cuando Liam la alagó—. Se siente un ambiente cálido y familiar, como si fuese diseñada para una familia con bebes.

Sonreí.

—Ya tendrás tiempo de comprar una para ti, o quien sabe—doy un paso—. Quizás navidad te llegue y una generosa policía te regale una casa vuelta mierda.

—Sería la mejor navidad de mi vida.

Ambos nos miramos con sinceridad antes de continuar con la expedición por la casa de mis padres y ahora mi herencia.

Subí la escalera con cuidado meditando cada pequeño detalle que quizás yo ya hubiera olvidado, pero no. La recordaba de la misma manera que la había dejado, sola y con millones de recuerdos felices. Éramos muy felices como familia y eso jamás querría haberlo cambiado.

O quizás si mis padres continuaran con vida...

El aire a especias y cítricos me invade, paso junto a la habitación de mis padres y no me atrevo siquiera a abrir la puerta así que me voy directamente a mi habitación. Las sábanas lilas con flores me hacen sonreír, la cama sigue destendida como desde siempre y puedo deslumbrar la cantidad de polvo que hay en ella y las telarañas que invaden las esquinas.

Jamás creí que una habitación sucia y olvidada, pudiera hacerme sentir tanto.

—Victoria—me giro mirando a Liam—. Tienes que ver esto.

Bajamos las escaleras en menos de diez segundos y sigo a Liam hasta la cocina viendo que Méndez esta inspeccionando el refrigerador que está funcionando, frunzo el ceño confundida, yo había desconectado todos los electrodomésticos de la casa hace demasiado tiempo.

—¿Lo dejaste encendido? —cuestiona Liam y niego con la cabeza—. Hay restos de pizza de hace unos días y unas cuantas latas de cerveza sin abrir.

—Es imposible...

—Eso no es lo más grave—me interrumpe Méndez—. Había una nota sobre la encimera y creo que deberías leerla.

Me extiende un papel arrugado y yo tomo aire antes de comenzar a leerlo.

He sido encontrado, este juego del gato y el ratón realmente nunca me ha gustado, pero jugarlo juntos es más divertido, hermanita.

Atentamente: Tu hermano mayor, Lucían Wood.

—¿Hermano mayor? —musito bajito—. ¡Tengo un jodido hermano mayor!

—¿Ah? —Liam me arrebata el papel—. No confíes. Debe de ser una jodida broma, Victoria. No puedes creer una barbaridad como esta.

—Es que yo...

Y entonces lo recordé.

—Antes que nacieras, ya tenías un hermanito, pequeña—me musito al oído mi madre cuando le pedí llorando que quería ser hermana mayor.

—¿Dónde está? ¿Podría verlo, mami? Porfa di que sí.

Ella me brindó una sonrisa triste y luego me beso la frente.

—No sé dónde esta, pero quizás en un par de años él nos encuentre.

Parpadeo tratando de recordar un poco más pero solo tenía cuatro años y cada pequeña cosa comienzo a olvidarla y no puedo hacer nada para evitarlo.

—Tengo un hermano—confirmo—. No sé si sea la persona que escribió esa nota, pero tengo un hermano.

—¿Mayor o menor? —cuestionó Méndez.

—Mayor, tres o cuatro años más o menos.

—Lo investigare todo y me llevare la nota para buscar más rastros de ADN, podría incluso haber algo hasta en esa asquerosa pizza de brócoli.

—Bien—asentí.

—Quizás el haya profanado la tumba de tu papa para abrir sospechas.

—¿Pero era necesario? Digo, el mismo ha escrito que lo encontramos, sería absurdo...

—Lo es—dice Liam—. Pero no hay que confiarnos.

Suspiro, mi mejor amigo tiene la razón.

—Justo ahora en este momento quisiera irme a mi apartamento.

Ellos asienten entendiendo mi situación de confusión actual.

Caminamos en silencio hasta la salida, siento tantas cosas en este momento que quisiera ponerme a llorar, me trago todas las lágrimas durante el trayecto y cuando ya estoy sola en mi habitación, me dejo caer finalmente llorando.

Me doy cuenta finalmente que desearía que mi chico de trajes azules estuviera aquí conmigo.

Me doy cuenta finalmente que desearía que mi chico de trajes azules estuviera aquí conmigo

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Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora