26. ❀

139 15 3
                                    

Victoria

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Victoria

Una sola cama.

Toda esta situación era tan cliché que incluso me asustaba, no quería separarme de Austin en absoluto y sé por la forma en la que se comporta ahora conmigo que él tampoco quiere hacerlo.

Las maletas llegaron solo hace una hora y una mujer que trabaja aquí me ayudó a acomodar todo en menos de veinte minutos.

Le envío mensaje a Víctor y Gastón, ambos ya están en el hotel, tomo mi bolso y guardo mi computadora con una batería para cargarla en el camino ya que no tuve tiempo de hacerlo cuando llegue, termino de amarrar los cordones de mis zapatos y cuando salgo lo primero que hago es cruzarme de frente con el señor López.

—Señor...

—Puedes llamarme solo Juan—me mira con curiosidad y por primera vez en mi cuatro años de carrera como policía en cubierta, me pongo nerviosa en una misión.

Cuando ve que no respondo nada arquea una ceja.

—Oficial—musita bajo y me pongo tensa—. No se inquiete, yo lo sé todo, ¿Necesita transporte?

—Debo ir al centro, pero puedo tomar un taxi.

—Usted no habla español, un taxista le cobrara un ojo de la cara y usted no se dará cuenta—me pongo recta—. Sígame, mi esposa está tomando su siesta de cuarenta minutos, le dije que iría al centro a aclarar algo en el banco, puedo acercarla.

No tenía tiempo ni ganas de refutarle lo más mínimo al López mayor, su porte era tan intimidante que me sorprendía que Austin fuese tan... Encantador.

—Muchas gracias—fue lo único que me salió cuando ya estábamos en la carretera yo a su lado de copiloto.

—Oficial—lo miro por el rabillo del ojo—. ¿Puedo ser franco con usted?

—Nada de Oficial, Dios santo. Llámeme, Victoria, se lo suplico—respiro más tranquila—. Claro que sí, se lo agradecería.

Él sonríe con la boca cerrada y el parecido con Austin es tan impresionante que incluso comienzo a fantasear con mi chico de trajes azules.

—No sé qué es lo que sucede entre ustedes—trago grueso, su voz es tan fría que un escalofrío me pasa por la espalda haciendo que me ponga recta en mi lugar—. Pero mi hijo... Él sabe lo que quiere y como lo quiere. Es un hombre extraordinario, desde siempre ha sido independiente y organizado, incluso de manera... Obsesiva—asiento porque eso es algo que yo ya sabía, cada que tenía la oportunidad organizaba por encima las cosas de mi apartamento—. Incluso me sorprende que sea mi hijo, si te soy sincero... Fui un poco promiscuo hasta que me reencontré con mi esposa...

—Disculpe que lo interrumpa, pero no entiendo por qué me dice todo esto.

Un semáforo nos detiene y él se gira a mirarme, seguramente buscando en su mente la forma más correcta de decirlo sin que suene raro.

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora