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Austin

Domingo. 9:30 Am

Me levante hace cuatro horas y lo único que hago es observar mi teléfono sobre la encimera de la cocina.

Hice ejercicio para distraerme durante la mañana, pero aún no recibo esa llamada que estoy esperando.

Me desplazo por toda la sala de mi apartamento pensando en las mil formas de llevarme bien con Enzo vicerri. El dueño de la empresa de modelaje Eclaire. Analicé la situación con mi padre que es el único en quien confío, pero fue muy difícil explicarle ya que el está actualmente en Colombia y yo en new york.

La oficial Wood me prohibió hablar del tema con cualquiera, pero yo no aguante y le explique un poco a mi padre por un numero privado que utilizo de vez en cuando.

Mi teléfono vibra con la llamada de un numero desconocido y espero cuatro segundos antes de responder.

—¿Hola?

—Hola, Señor López. Soy la Oficial, Victoria Wood.

La escucho dar una fuerte respiración y sonrío para mis adentros.

—¿No es muy temprano para llamadas? —digo con un tono de voz neutro.

Y puedo jurar que está haciendo un gesto de exasperación.

—Yo le había dicho que llamaría hoy temprano para que viéramos lo del...

—Oficial—la silencio—. Es domingo, pensé que me estaba jodiendo cuando dijo que me llamaría el domingo temprano.

—Señor López, ¿Suele usted tener ese carácter todos los domingos?

—Eso a usted no le importa.

—¿Le está faltando el respeto a una oficial de policía? —cuestiona indignada y sonrío para mis adentro.

—Jure que estaba coqueteándole, pero me disculpo.

La escucho gruñir en frustración y eso solo me divierte.

Nunca me había divertido tanto bromeando con una mujer por llamada, realmente estoy tentando mi suerte ya que, ella es policía y podría arrestarme en cualquier momento, pero no puedo controlar mi boca en estos momentos.

—Solo lo llamaba para que acordáramos un horario para el martes.

—¿Querías escuchar mi voz? —no puedo evitar cuestionarle eso y escuchar como su respiración se acelera.

—Suele usted ser bastante irritante cuando se lo propone.

—No sabía que las oficiales podían insultar a los ciudadanos.

—Solo cuando se lo merecen.

Un largo silencio se centra entre ambos y aprovecho para caminar hacia la cocina para buscar una botella de agua.

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora