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Victoria

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Victoria

Había conocido a varios trabajadores, y mis alarmas seguían sin activarse, nadie se veía sospechoso en absoluto.

Por ahora.

Mi trabajo aquí era doble, encontrar al culpable del envenenamiento y atrapar al dueño de Eclaire.

No sería específicamente atraparlo, porque la Policía siempre lo ha tenido a su alcance, la cuestión es encontrar pruebas recriminatorias en su contra.

Caminamos por todo el salón y mi vista se pierde en una morena alta de cabello oscuro, está sentada sobre un mueble nada más que con un simple bikini mientras el fotógrafo esta tirado en el suelo haciendo distintas posiciones para fotografiarla mejor.

Noto como aparece ese brillo en la morena cuando gira a mirar a Austin, de repente me remuevo incomoda y aparto mi brazo del suyo ganándome una mirada confusa del castaño.

Austin apenas y la mira, esta más centrado en mi cambio repentino de actitud que ni siquiera yo misma reconozco. Me desagrada un poco la situación, la morena alza los brazos en una nueva pose haciendo que el bikini en sus pechos se encoja un poco y dejando ver más a la luz esos pechos bien definidos.

Comienza a reír escandalosamente ganándose la aprobación de todo el estudio menos de Austin quien me observa desconcertado.

—¿Estas bien? —asiento rápidamente—. No pareces una novia enamorada, más bien pareces molesta.

Relajo mi ceño al darme cuenta de que en verdad estoy molesta, y no entiendo por qué.

Me aclaro la garganta poniendo un semblante cautivador, ese lo aprendí en mi curso de actuación.

—Solo analizaba el lugar—le digo al oído y veo como los bellos de su cuello se erizan—. ¿O no puedo?

Él me toma de la cintura y la aprieta haciendo que varios ojos se posen en nosotros y el fotógrafo que nos acompaña, comience a revisar su teléfono buscando alguna distracción.

—Ya me he dado cuenta de que suele gustarte irritarme de alguna manera.

—Solo cuando algo no me encaja, quizás.

—¿Qué no encaja según tu?

—La morena no deja de mirarnos—digo cerca de su boca y el frunce el ceño—. Quizás esta celosa.

—Lo dudo—dice—. Ella me rechazo.

Abro los ojos estupefacta.

—¿Qué?

El niega con la cabeza y comprendo que es algo de lo que no se debe de hablar aquí y menos ahora mismo.

—¿Aun te duele su rechazo? —el niega con la cabeza—. ¿Fue hace mucho?

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora