17. ❀

135 19 66
                                    

Austin

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Austin

Maddox.

Mi vista está puesta en el hombre más detestable de la faz de la tierra, en quien básicamente reposan todas mis ganas de decirle que no sonría de esa manera tan burlesca cuando sus orbes verdes se posan en Victoria, él sabe que estábamos ocupados y no tiene ni una pizca de amabilidad para tomar a la mujer que viene tomada de su brazo y largarse.

—Primito.

Es lo primero que dice antes de sonreír burlesco, de esa manera que lo caracterizaba tan bien.

—Maddox—digo en modo de saludo tomando a Victoria de la mano para presentarla—. Ella... es mi novia, Victoria Wood.

—Un placer—dice con esa voz rasposa que tanto detesto—. Ella es Danelia, mi prometida.

Abro los ojos impresionado mientras ambas mujeres se presentan sonriente y con amabilidad. Visualizo a la morena junto a mi primo y no sé si darle mi más sentido pésame o felicitarlo, la mirada de esa mujer demuestra imponencia y dulzura al mismo tiempo, digna de Maddox sin duda, a leguas se nota que tiene carácter. Un carácter difícil de aplacar.

—Sale en un minuto—anuncia Lissy mirando a Victoria—. Lucas te espera, él te tomara las fotos.

La oficial de Policía me mira por un breve segundo y asiento.

—Danelia—la miro—. Victoria hará una sesión de fotos, ¿Te gustaría acompañarla? Maddox y yo hablaremos de cosas remotamente aburrida y seguramente la pasaras mucho mejor si conoces el lugar.

Ella mira a Maddox y este asiente.

—Muchas gracias...

—Austin—respondo—. Sin formalidades, por favor, te vas a casar con... Bueno, con este.

—Este—enfatizó Maddox—. Tiene nombre, y es mucho mejor que el tuyo.

Sonreí, realmente lo hice, ya se me había bajado la calentura.

—Gracias, Austin—Danelia sonríe y se le marcan dos hoyuelos—. Fue un placer.

Victoria le extiende su brazo y Danelia lo toma con timidez.

—Vamos, te enseñaré todo el lugar.

Antes que desaparezcan por el pasillo le doy un breve repaso a la chica que acaba de dejarme con un dolor en lo huevos y trago grueso conteniéndome para no estampar mi puño y borrarle esa picara sonrisa a mi primo que me observa entretenido.

—Ya—digo en español.

—Pero si no he dicho nada—alza las manos en forma de paz.

Caminamos hasta el ascensor y nos adentramos en el marcando el piso de mi oficina.

—Es mejor cuando no dice nada.

Tres segundos es lo que dura el pacífico silencio antes de que él habla.

Peligrosamente EllaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora