epílogo

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Catorce años después, la vida en la cabaña de Lucine y Tim reflejaba tranquilidad y felicidad. Laila y Lilian, las gemelas de catorce años, se habían convertido en adolescentes vivaces y llenas de energía. Brian, el hijo de Lee y Toby, tenía trece años y solía visitar a sus primas con frecuencia. Los tres se habían convertido en amigos inseparables, compartiendo risas, aventuras y secretos.

El sol brillaba a través de las ventanas mientras el aroma de un desayuno casero llenaba la cocina. Lucine estaba preparando panqueques, con Muffin a sus pies esperando algún descuido para recibir un bocado. Tim, ahora con una barba ligeramente canosa, estaba sentado en la mesa leyendo el periódico.

“¡Mamá, mira qué tan alto puedo saltar!” gritó Lilian mientras intentaba demostrar su habilidad con un salto acrobático en la sala. Laila, con una sonrisa, aplaudía a su hermana.

“¡No tan alto, Lilian!” advirtió Lucine sin dejar de batir la masa para los panqueques. “Podrías lastimarte.”

Brian, que estaba sentado en la mesa con un libro de historietas, miraba con admiración. “Lilian, podrías ser una atleta olímpica con esos saltos.”

“¡Gracias, Brian!” respondió Lilian, aterrizando con gracia. “Pero hoy solo estoy practicando para el show de talentos de la escuela.”

Laila se unió a la conversación mientras se servía una porción de panqueques. “¿Y tú, Brian? ¿Qué piensas hacer para el show?”

Brian levantó la vista, sonriendo. “No estoy seguro. Tal vez una rutina de magia. He estado practicando algunos trucos.”

La familia se sentó a la mesa, disfrutando del desayuno juntos, riendo y conversando sobre los planes del día. La casa estaba llena de calidez y amor, un contraste evidente con el tumultuoso pasado que una vez habían conocido.

Una tarde, mientras los niños estaban en la escuela, Lucine y Tim estaban en el jardín trabajando en las plantas. La tranquilidad de la vida cotidiana se vio interrumpida cuando Laila regresó de la escuela antes de tiempo, su rostro pálido y preocupado.

“Mamá, papá, tengo algo que contarles,” comenzó Laila, su voz temblando ligeramente.

Tim y Lucine intercambiaron miradas de preocupación. “¿Qué pasa, Laila?” preguntó Lucine, colocando las herramientas de jardinería a un lado.

Laila se sentó en una piedra cercana. “He estado sintiendo cosas extrañas. Como si algo estuviera llamándome, y... hoy en la escuela, vi una figura en las sombras. Me miraba, y sentí una conexión. No sé cómo explicarlo, pero me asustó.”

Lucine sintió un escalofrío recorrer su espalda. La realidad de su pasado, algo que había intentado dejar atrás, parecía regresar con fuerza. “¿Qué tipo de conexión, Laila?”

Laila miró a sus padres con ojos llenos de miedo y angustia. “No lo sé. Pero siento que hay algo dentro de mí que no entiendo. No quiero preocuparlos, pero no puedo ignorarlo.”

Tim, con una expresión grave, tomó la mano de Laila. “Podría ser algo relacionado con el pasado. Debemos investigar esto a fondo.”

La decisión fue rápida, y en la tarde misma, Noralyn fue llamada para evaluar la situación. Su rostro se tornó serio mientras examinaba a Laila.

“Hay algo más profundo en ella,” dijo Noralyn con una voz grave. “Lo que sientes es una conexión con un poder oscuro. Puede que sea la señal de que estás siendo atraída hacia el mundo de los proxys.”

Laila miró a sus padres con lágrimas en los ojos. “¿Qué significa eso?”

Noralyn se inclinó hacia ella. “Significa que tienes una elección que hacer. Puedes resistir el llamado o confrontarlo y encontrar tu camino. La decisión que tomes puede definir tu futuro.”

Lee mikan [T/N x ticcy Toby]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora