Anton es un alfa joven.
Wonbin un omega maduro e independiente.
Cuando sus destinos se cruzan, todo es confuso, ¿cómo el universo podría convertir a dos seres completamente diferentes en almas gemelas?
❝El destino no mintió cuando me advirtió que me...
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Era un día más.
La universidad seguía siendo lo mismo que el día anterior, y sería lo mismo que la semana siguiente. Había aprendido a sobrellevarlo, porque amaba lo que hacía, y eso para él valía mucho.
Anton Lee.
Un alfa de tez blanca y cabello pelirrojo, rasgos ideales y corpulentamente perfecto.
Estudiaba una licenciatura en educación preescolar. Por supuesto que era raro ver a un alfa como él estudiando algo así, pero no le importaba, ni a sus padres, pues su cachorro había logrado entrar a la universidad nacional de Seúl por sus propios medios y eso era admirable.
A sus 18 años era un joven carismático y amable, la nobleza de su buen corazón podrían definir perfectamente a Anton, un alfa algo peculiar y especial.
El pelirrojo estaba concentrado tomando notas de su segunda clase del día, claro que notaba las miradas de sus compañeros, pero dejó de tomarle importancia hace mucho, algunos se acercaban para ser sus amigos, otros para llevarlo a sus sábanas, algo en lo que no podía estar más en desacuerdo.
No quería a nadie que no fuera a su destinado, soñaba con ese momento, sentir esa conexión especial y cortejarle, tener cachorros, vivir una vida plena, eso quería.
—Anton. —una compañera lo llamó.
—¿Sí?
—¿Crees que podrías pasarme eso cuando lo termines? —señaló su apunte.
El alfa miró su trabajo, era muy bueno en lo que hacía, por algo era de los primeros en su ciclo, además, su letra era demasiado bonita a la hora de tomar apuntes y decorarlos.
—Por supuesto. —le sonrió.
Jiwoo agradeció y volvió a poner atención a la clase. La cual siguió sin inconvenientes, hasta la hora del toque del receso, Anton recogió sus lápices de colores y salió del aula, despidiéndose de algunos compañeros que apreciaba.
En realidad, aunque le agradaran, él ya tenía a su grupo de amigos, a los cuales divisó en una mesa del comedor de la universidad.
Jung Sungchan y Osaki Shotaro, unos alfas que conocía desde los pañales, pues no solo eran mejores amigos, sino también sus vecinos.
—¿Entonces iremos a la fiesta de los de quinto semestre? —preguntó Shotaro.
—Tengo un examen la próxima semana. —alegó Sungchan. —Pero... podemos acomodarnos.
—¿Anton?
El pelirrojo solo miraba a la nada, tratando de comprender los pensamientos y sentimientos que habían despertado desde esa mañana.
—¿Qué tienes Tonnie? —cuestionó Sungchan.
El castaño estaba al tanto de que su amigo era de muchas palabras y verlo callado era extraño.
