59 - Polvo negro

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Seonghwa

Apenas llegamos al hotel mi madre nos hizo levantarnos para ir a un recorrido donde conoceríamos las comunidades que viven cerca y apreciar diferentes culturas. De hecho cuando estábamos pequeños mi hermano y yo siempre hacíamos estos tipos de viajes y me divertía mucho.

— Desde que llegamos no has dicho ni una palabra ¿Estás bien? — preguntó mi hermano abrazándome mientras caminábamos lo cual era incómodo.

Mis padres caminaban de la mano como si todo fuera perfecto en nuestra familia.

— No me gusta fingir que somos perfectos — admití cansando.

Esto de tratar de parecer feliz y hacer como si nada pasara no se me da.

— Nadie lo es... realmente entiendo que no esté cómodo cuando rechazaron por tus gustos — murmuró mientras miraba los puestos que estaban a nuestro alrededor de ventas de objetos tradicionales para turistas — Sé que no son los padres que hubiésemos querido, al menos yo no pienso ser igual con mis hijos, pero quiero intentar disfrutar los momentos al lado de mamá porque a pesar de todo ella está tratando de corregir sus errores — manifestó pensativo.

Me da un dolor en el pecho cada que pienso en el tiempo que le queda a mamá.

— ¿Y ya reflexionaste que nombre le colocarás al bebé? — pregunté tratando de mejor el ambiente.

No quiero dañar el viaje, al menos esta vez quiero intentarlo.

— La verdad no, ni siguiera hemos querido saber el género porque queremos dejar los estereotipos de lado... no se supongo que algo se nos ocurrirá — dijo con tranquilidad mi hermano.

Lo abracé, sé que va a ser un buen padre porque cuido de mí como lo debió hacer mi padre, nunca me juzgo por lo que soy.

— Serás un buen papá — lo animé.

Este asintió de forma tranquila.

— Chicos vengan acá — nos llamó mamá para que entráramos a un a especie de monasterio.

La comunidad que vive es muy tranquila hablan español, pero creen mucho en la existencia de los espíritus y la energía, e incluso leí que creen en el tema de la reencarnación del alma, en otras palabras no hay cielo o infierno.

Cuando entramos había varios cuadros de ancianos en las paredes junto con flores...
¿Tumbas? No sé muy bien, había cojines en los rincones y enfrente había recipiente de plata con piedras transparente y blancas.

— Bienvenido, este monasterio se originó hace siglos con la intención de darle paz a los vivos y a los no vivos, de este lado están las cenizas de nuestros más grandes sabios de la comunidad y de este lado un espacio para equilibrar su energía y paz — comenzó a decirnos un hombre calvo con vestimenta rara, mi madre lo saludo con educación y mi padre solo lo miro con su típica mirada analítica — Es placer tenerlos aquí — dijo amablemente.

Mi hermano me miró y movió su mano de forma circular expresando que el monje
estaba loco.

— Nosotros queremos equilibrar nuestra paz — mencionó mi mamá emocionada.

A lo que el hombre nos guio hacia los cojines y nos asignó a cada uno un espacio alejado entre nosotros, me senté en mi correspondiente cojin y luego un chico joven que no tenía cabello y con vestimenta igual al del monje que nos había hablado se me acercó.

— Mi nombre es Hun ¿Tú cómo te llamas? — me preguntó con amabilidad.

Su voz era muy relajante... no sé si era mi imaginación, pero escucharla me tranquilizaba un poco.

Pelirrojo en llamas³ - ChaninDonde viven las historias. Descúbrelo ahora