12. Siena

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Escena sexual no apta para sensibles. Poco cuidadosa, bastante tosca por parte del protagonista. Los he alertado!!!

Caminé hasta él, lento, manteniéndole la mirada e intentado explicarle sin palabras, que está entendiendo mal. Sin embargo, por mucho que intente asegurar mi inocencia en este acto que él entiende jodidamente mal, el pasado pesa.

—Sube —demanda con voz ronca y cabreado, muy cabreado.

Lo hago, tengo que tener chance de hablar, de explicarle, aunque no me crea. Él lo hace segundos después, poniendo en marcha el auto.

—Erling no ha pasado nada con Jordan...

—Ya no soy pobre, ya no tienes que recurrir a nadie más —ironiza—. Ahora tu plan de cazar el dinero puedes emplearlo conmigo ¿Verdad?

Sus palabras me llevan al pasado, aunque ahora soy diferente, mis actos atras, pesan.

Flashback

Terminé de ducharme y fui a la cocina en busca de comida, pero, fue actividad en vano, no había nada. Se comieron toda la comida que hice, pero que además dejaron todos los platos sucios sobre la encimera.

Decidí salir de ahí con el propósito de caminar sin rumbo fijo. Necesité tomar aire, más que comer algo. La furia, el odio, todo estaba creciendo en medidas altas, convirtiéndome en una persona diferente.

«No puedo seguir con esta miserable vida»

—Nena —me llamó a mi espalda, conozco esa voz. Erling.

Erling era el chico que hacía que mi corazón palpitase, el único que hacía recorrer emociones verdaderas en mi interior. Sin embargo, cuando llevé esa vida, el amor pasó a tercero y hasta cuarto plano. Lamentablemente la solución a mi problema no la tenía él, también era pobre y tenía tantos problemas como dedos. Ese fue mi pensamiento en aquel entonces.

Se acercó a mí y nos fundimos en un delicioso beso que duró hasta que mi lengua se cansó de disfrutar de la intromisión en su boca.

— ¿Problemas otra vez? —preguntó pasando su mano por mi mejilla.

Erling era de esos chicos que habían pocos y no me refiero con esto a que era perfecto. Era de los que se preocupaba por ti como si fueses lo más valioso que existiese. De los que para quererte le faltaban palabras pero le sobraba hechos. De los que te miraba como si hubiese conquistado la tierra solo por tenerte.

—Los que nunca acaban. —Mostré una media sonrisa fingida evitando caer en detalles.

— ¿Cenaste ya? —preguntó y yo me limité a asentir.

—No me mientas hermosa. Vamos, te llevaré a cenar a casa.

No quería ir a su casa. También tenían sus propios problemas y necesidades, así que no pretendía agregar una boca más para comer.

—Mejor comamos unas croquetas en el puesto de Franki —le dije—. Sabes cuánto me gustan. Además hace mucho no vamos.

Erling asintió sonriente. El puesto de Franki era un servicio de «comida callejera»...comida callejera que sabe a paraíso.

—Buenas noches Romeo y Julieta. Hace mucho no venían a hacerme la visita —saludó Franki. Nos decía Romeo y Julieta y no entendía por qué. Cuando estaba ciento por ciento segura que si la vida real fuese basada en películas a mi me tocaría Cenicienta—. ¿Lo mismo de siempre?

—Así es Franki, dale color a la vida de Julieta —expresó Erling con una sonrisa. Y sí, mi vida era en negro y gris, pero se teñía de colores cuando comía ahí.

Cobrando Codicias, cobrando rencores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora