19. Narrador

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Sentado en su majestuosa silla presidencial, es avisado de la presencia de Dareen. Erling se mantiene en su posición. No necesita formalismos para este encuentro, a decir verdad, nunca se adecua a ellos.

Dareen entra obsérvandolo. Sostiene una maleta y la coloca sobre su escritorio, mostrando el dinero que contiene en ella.

―Con esto será suficiente para romper el contrato ―dice.

El pelinegro se recuesta en su silla en una posición despreocupada. Este hombre nunca fue un tío que se amilanara ante otro hombre, ni cuando era pobre.

―No necesito tu dinero ―apunta mirándolo fijamente a la cara―. Puedes utilizarlo en ayudar a tu prima en mejorar la posición a la que llevaré su empresa.

No era una amenaza, no era una advertencia, era la forma más sutil de decirle que hacer con ese dinero.

Dareen se comienza a reír y Erling sigue presenciando su actitud de manera tranquila. Había un punto de inflexión pero no era este.

― ¿Debiste haber necesitado mucho tú verdad? ―cuestiona Dareen―. Imagino que sí, aunque espero no te hayas quedado pelado, pues no creo que a tu “socia” le vayan los pobretones. Yo que tú me lo quedaba, después de todo mantengo mi palabra y si rompo un contrato pago las indemnizaciones.

«Soy un hombre de palabra, pago indemnizaciones; pero, comento chismes»

Erling se mantiene sentado en su asiento, con un aire despreocupado. Dareen solo comentaba el chisme de Siena como caza fortunas. Una sonrisa maliciosa y pesada se escapa de sus labios. Para intimidar a este hombre hacía falta mucho.

―Se necesita más que el apellido Bowers para ganar en la vida ―comenta el CEO de ECar―. No te preocupes por mi estabilidad emocional y sexual que la tuya no es un ejemplo de esplendor.

Dareen tenía sus rollos con Faith y Erling no le comentaba sobre ello, porque le interesaba una mierda el tipo de amorío que tuviesen o no.

Dareen ladea una sonrisa y mete las manos en sus bolsillos intentado mantener una posición relajada.

― ¿Y quién carajos dijo que quiero ser esplendoroso? Y no Savage, no voy por la vida portando mi apellido. A mí me conocen por quién soy y lo que he ganado con ello. No necesito un signo de dólar respaldando mi espalda, ni siquiera para que la mujer que me interesa ponga los ojos en mí.

Ahí volvía otra vez, valiéndose de chismes para tratar de dar una respuesta argumentada. Nuevamente insinuaba que sin dinero no tendría a Siena.

Lo mejor que tiene venir desde muy abajo es que cuando estás en la cima, lo abarcas todo, lo conoces todo. Eso sucedía con Erling, tras ese traje de empresario y carácter aislado escondía un hombre jodidamente analítico y paciente. Erling era un jodido pozo ciego en el que la oscuridad no te dejaba ver absolutamente nada, solo cayendo cuesta abajo sin frenos.

―Entonces, ¿por qué cojones hablas de mi vida como si supieses de ella? No te confundas; a lo que te dediques, lo que tengas, si usas tu apellido o no a mi me importa una mierda.

Y cuanta verdad decía. Fue él quien empezó a insinuar del dinero y la chica que no sería capaz de mantener sin él. Ahora toca deambular en círculos para ver donde exponer argumentos válidos.

Seguía el pelinegro sin armar aspavientos, como si el puto mundo le perteneciese. Dicen que la paciencia es una puta arma con un filo brutal y si la tienes en tu dominio, ya ganaste. Este hombre la tiene en su jodida mano todo el tiempo.

Dareen vuelve a sonreír, simulando seguir tranquilo.

―Es que no he dicho nada de tu vida, solo te estoy dejando claro ciertos puntos que al parecer tú mismo has querido saber ―comenta Dareen. Lo dicho, « deambular en círculos para ver donde exponer argumentos válidos» Mencionar sobre la socia que no le gustan pobretones, preocuparse porque él no se quedara pelado, si eran comentarios relacionados con la vida del pelinegro―. Porque desde que llegué has alardeado de las bombas que lanzarás a Faith y de que ser un Bowers no lo es todo. No tío, las cosas se muestran con acciones, los hombres no fanfarronean antes de actuar.

Cobrando Codicias, cobrando rencores Donde viven las historias. Descúbrelo ahora