Todavía mi cuerpo sentía el roce de Erling, todavía tenía ganas de regresar.
Debería ir a almorzar con Matteo y Jessa.
Joder.
Este debería sí se ha cumplido.
Me encuentro a Matteo con Jessa hablando bastante cerca. Desde la primera vez que los vi, frente a frente, supe que entre ellos pasaba algo. Tampoco sé por qué se empeñan en ocultarlo.
―Siena, apostábamos que no vendrías ―comenta Matteo, cubriendo la situación en que los encuentro.
― ¿Quién ha perdido? ―le sigo.
―Ena… ―empieza a decir él, pero se frena de pronto―. Ella.
Sonrío. Sin dudas aquí hay una historia, pero dejaré que ellos quieran contarla.
― ¿Vamos Jessa? O volvemos a almorzar aquí ―incito y ella se queda mirándome―. No te atrevas a llamarme señorita, mucho menos a mirarme como si estuviese a mil kilómetros arriba. Joder, que nos conocimos antes. Somos amigos, los tres. Ustedes dos fueron los únicos que se mostraron agradables y me acompañaron cuando entré aquí.
Matteo y yo esperamos que ella se decida. Tarda más de un minuto en sonreír y recoger todo. Entramos a la cafetería de la empresa. Matteo sugirió el gastropub vecino, pero, ya iremos mañana. Al entrar todos me observan y yo, opto por saludar. No sé cómo funciona Erling, así que yo, guiada por mi instinto, saludo a todos, incluidos los de cocina.
― ¿Sandwich, otra vez? ―indaga Matteo y asiento. Se levanta de la silla y va a pedir.
―Jessa, ¿por qué tan callada? ¿Algún problema conmigo? ―pregunto.
―No, Siena. Es Matteo, que me gus…
―Listo ―dice Matteo y Jessa se calla de inmediato―. ¿Cómo te fue el proceso de creación de Siena?
―Fue bastante rápido. Se exigía para tres días, así que tuve que buscar la información, preparar el diseño y adecuar características, corriendo. Me resultó más fácil porque ya había estado trabajando contigo. De lo contrario, no lo hubiese logrado.
―Eso es un «gracias» ―apunta.
―Lo es ―aseguro.
― ¿Cómo es que terminaste en la dirección? ―pregunta Jessa.
―Me follé al jefe ―digo seria y veo como Erling entra en la cafetería, jodidamente serio. Lo que hice no le asentó en lo absoluto. Me encanta que lo de antes le haya provocado más estragos a él que a mí.
Está tan guapo, que es ilegal solo mirarlo.
Cuando Erling se sitúa junto a la barra, me concentro en los chicos, que aún me observaban en silencio.
― ¿No saben lo que es follar? ―cuestiono y ellos se miran entre ellos. Aún no dicen nada.
― ¿Es cierto? ―indaga Jessa y asiento.
―Estás jodidamente loca ―suelta antes de tomar el sándwich que nos acaban de traer con la botella de coca cola.
―Sin dudas, Erling y tú tienen mucho más que compañeros de trabajo ―confirma Matteo.
―El estar loco por alguien no se puede ocultar, Matteo ―digo.
―Jessa ―llama Edward al lado de la mesa. Es del departamento contable―. Te esperaré a la salida.
Jessa asiente y Edward se marcha. Matteo no está en la misma posición de antes, se nota molesto. Nos limitamos a comer mientras el ambiente pesado entre Matteo y Jessa lo puedo contar con una tijera.
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Cobrando Codicias, cobrando rencores
RomanceSiena parte de su barrio en busca de un futuro mejor. Todo lo que tenía: tres viejos vestidos, una cajita de madera de recuerdos y muchas ganas de salir adelante. Las palabras de su padre, «Aquí o en la China, Esme, siempre serás una fracasada» se...