😈[Patadas]😈

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Johanna estaba convencida de que mudarse al infierno justo al comenzar el segundo trimestre de su embarazo no había sido precisamente un acierto. Y los últimos acontecimientos parecían confirmar sospechosamente sus temores.

Primero que nada, se había ganado el título de la enemiga pública número uno del Infierno. Claro, su carrera como exorcista no era precisamente la mejor manera de hacer amigos entre los demonios. Además, ahora llevaba en su vientre al futuro príncipe del Infierno, lo que la convertía en un personaje aún más interesante. Sin duda, a Lucifer le encantaría escucharla proclamarlo en voz alta.

En ese momento, Johanna se encontraba frente a los tres demonios más cercanos a Lucifer, y no podía negar que la situación le resultaba algo intimidante. Estaba acomodándose en su nueva habitación, que era considerablemente más grande que su anterior departamento, cuando Mazikeen, la demonio de confianza de Lucifer, le aseguró con una sonrisa traviesa que si necesitaba cualquier cosa, solo tenía que pedirlo.

Después de agradecer y ver partir a la demonio, Johanna se encontró sola. Sin hesitar, se recostó en la cama y comenzó a masajear su vientre, que parecía estar más abultado de lo normal. A diferencia de un embarazo humano promedio que dura cerca de nueve meses, el suyo avanzaba a un ritmo diferente debido a la naturaleza demoníaca de la criatura, heredada de su padre. En tan solo tres semanas, su vientre ya mostraba el desarrollo típico de tres meses.

Reconoce sin reservas que esto le provoca un miedo intenso.

— ¿Te encuentras bien, Jo? —inquirió Lucifer, ya presente en la habitación, tomando asiento al lado de la exorcista. Observando la posición incómoda en la que ella estaba, chasqueó los dedos y, como por arte de magia, una almohada se colocó debajo de su cabeza y cuello, brindándole confort.

—Ahora sí que estoy cómoda —exclama con un suspiro de alivio—. Gracias, Lucifer.

—No hay de qué, haría cualquier cosa por mi hijo y su madre —responde con una sonrisa, levantándose y arrodillándose para estar al mismo nivel que Johanna—. Espero que la hospitalidad de Maze no te haya resultado incómoda; ella suele ser más cálida cuando se lo pido —comenta con un tono que revela preocupación y un ligero nerviosismo.

—No te preocupes, Luci, no la estoy juzgando. —dijo con una voz suave, sin mostrar incomodidad— Es comprensible que tenga dudas sobre mí, después de todo, soy una exorcista.

—Una exorcista que lleva en su vientre al futuro príncipe heredero. —agregó con una sonrisa. —Me aseguraré de que todo esté preparado para cuando nazca el bebé; y después, si estás de acuerdo, podemos discutir los detalles sobre la custodia del niño.

La situación dejaba a Constantine en trance; nunca había considerado qué sucedería después del nacimiento. Lucifer no mostraba molestia por ser forzado a ser su consorte, respetando su aceptación del trabajo de exorcista. Johanna, sinceramente, se había jurado no entablar otra relación amorosa tras fracasos anteriores. Ahora, se veía en una relación incongruente con Lucifer, que parecía evolucionar hacia una especie de co-paternidad inesperada.

Iba a decir algo más cuando percibió un movimiento en su vientre. Alerta, se sentó, provocando que un nervioso Lucifer se acercara. Johanna alternaba la mirada entre su vientre y Lucifer, aumentando su nerviosismo. Finalmente, Constantine decidió palpar su vientre en busca de alguna anormalidad.

En tan solo cinco segundos, encontró ese lugar especial y sintió aquel movimiento. Lucifer, consumido por un mar de nervios, seguía aguardando la respuesta de Johanna.

—Lucifer, extiende tu mano —solicitó ella, observando su vientre y luego al monarca infernal con un semblante confundido. Ante la falta de cooperación voluntaria, Johanna se decidió a tomar la mano de Lucifer y presionó un punto específico de su abdomen.

—Johanna, ¿qué estás haciend— —la pregunta se disipó en cuanto sintió aquel movimiento que Johanna había percibido primero. Le tomó un momento descifrarlo, pero la mirada de Johanna le aclaró todo. —¡Espera! ¿Eso es...?

—¿Una patadita? Sí, Luci. —respondió ella con una sonrisa y lágrimas de felicidad. —Nuestro bebé está pateando.

Lucifer volvió a tocar ese punto exacto y, como esperaba, sintió de nuevo las pataditas. No pudo resistirse a besar la cabeza de Johanna y acariciar su vientre. Permitió que ella apoyara la cabeza en su hombro para que descansara un poco.

💛😈[Los Nuevos Semidioses]😈💛Agosto Mpreg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora