😈[Cólicos]😈

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Esta vez tenía que ser perfecto en el cuidado de Ozul, sin margen de error.

No iba a tolerar que Maze, Belcebú y Azazel se rieran de él cuando le tocara cuidar al heredero. Ya había tenido suficiente con las burlas sobre su primer intento cambiando un pañal, que definitivamente fue una experiencia desastrosa.

Una vez más, Choronzon se encontraba en el papel de niñera, y la ansiedad le invadía por completo.

Lucifer y Johanna tenían que salir de compras para adquirir nueva vestimenta para Ozul, quien había crecido sorprendentemente rápido. Aunque el último mameluco aún le servía, era más práctico reservarlo para las noches; en resumen, Ozul carecía de suficientes prendas para su uso cotidiano. Por tal razón, se habían ausentado del infierno.

Mientras tanto, el pequeño Morningstar estaba bajo su vigilancia, cómodamente acostado en su mecedora, disfrutando de la leche de su biberón. Mientras el príncipe heredero se deleitaba con su alimento, el duque del infierno tenía la tarea de delegar algunas responsabilidades a un demonio de rango inferior para poder proseguir con la protección del futuro monarca.

Al concluir sus obligaciones y volver para comprobar si el príncipe había acabado con su biberón, descubrió que Maze, Belcebú y Azazel lo acompañaban. Curioso, se inclinó para observar mejor, y fue un error.

Maze, con el príncipe en brazos, observó las muecas de sufrimiento del pequeño Ozul.

— ¿Dónde te habías metido, insensato? — increpó Maze, su voz teñida de reproche.

— Solo fui a resolver un asunto con unos demonios, era cosa de cinco minutos — se defendió el otro, claramente preocupado. — Pero, ¿qué le ocurrió? ¡Si solo estaba tomando su leche!

—Parece que está teniendo problemas para digerir la leche —comenta Belcebú, sin desviar la mirada del príncipe que solloza—. ¿Qué tipo de leche está tomando?

—Es leche materna. Constantine la extrae, la enfría y luego se la da —responde, visiblemente confundido—. ¿Creen que...?

—¿Que la leche le está causando daño? Sí —afirma la hija de Lilith, balanceando al príncipe para sosegarlo—. Parece que tiene cólicos y, por la expresión de su rostro, debe doler muchísimo.

Sin vacilar, acomodaron al travieso pequeñín en su trono, rodeado de cojines que protegían su espalda y costados. Choronzon y Maze se posicionaron junto al infante, asegurándose de que no se inclinara ni volteara. Con movimientos casi automáticos, Maze comenzó a masajear suavemente el vientre de Ozul para calmar su incomodidad.

El llanto del bebé cesó, y los quejidos de dolor se transformaron en muecas de fastidio y desasosiego. Choronzon, por puro instinto, le pasó la mano por la cabeza, observando cómo las últimas lágrimas se secaban en su rostro.

— ¿Qué sucede ahora? —La interrogante de Lucifer provoca que la multitud de demonios se disperse, inclinándose en una reverencia al verlo llegar junto a la madre del príncipe, cargando una bolsa llena de compras. Al abrirse paso, revelan a Maze y a Choronzon, quienes están junto a Ozul. — ¿Por qué llora el pequeño? ¿Qué ocurrió?

—Son cólicos, mi señor —responde Maze, continuando con el masaje en el vientre del infante—. Empezó a llorar justo después de terminar su leche.

—Parece que la leche materna ya no es beneficiosa para el bebé, Constantine —comenta Choronzon al exorcista, instándola a verificar si el pequeño aún siente dolor.

—Es cierto, ya no le conviene. Me parece que ha llegado el momento de empezar con la leche de fórmula —dice ella, mientras suavemente toca las mejillas húmedas del niño y juega con sus pequeñas manos.

Después de un momento, y tras confirmar que el dolor había desaparecido, Johanna se dirige a la habitación que compartía y comienza a sustituir su leche materna por fórmula.

Mientras tanto, Lucifer, sosteniendo al bebé, le hacía cosquillas con su dedo en la barriguita, provocando risitas. Observando esta tierna escena, la exorcista se ocupaba de que su leche se enfriara adecuadamente.

—Pronto estará terminado, —anuncia ella, depositando un beso en la pequeña mano de Ozul—. Así, los dolores de barriga serán cosa del pasado, mi pequeño demonio.

—Crucemos los dedos para que sea la solución, de lo contrario, tendremos que considerar otros métodos, —comenta el rey del Infierno con un dejo de preocupación, mientras suaviza la mejilla de su vástago con ternura.

—Lo descubriremos en breve, Luci, —Johanna lo asegura con una sonrisa, infundiéndole calma.

La leche se enfrió rápidamente y estuvo lista en poco tiempo. Después de agitarla y comprobar que fluía correctamente, se la dieron a Ozul. Al ver que el niño la bebía sin protestar, tomaron una decisión: de ahora en adelante, usarían leche de fórmula.

💛😈[Los Nuevos Semidioses]😈💛Agosto Mpreg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora