💛😈[Los Nuevos Semidioses]😈💛Agosto Mpreg.

💛[Llantos]💛

Sin duda, fue una excelente decisión de Sueño permitir que la bebé pasara su primera noche con ellos. Después de que sus hermanos partieran, habiéndoles informado que Deseo se había ido antes sin despedirse, el monarca de las Pesadillas continuó acunando a su pequeña princesa, tomándose un tiempo adicional para observarla y conocerla mejor. Finalmente, solicitó a Lucienne y Hob que le llevaran la cuna de su habitación, para así poder dar descanso a sus brazos.

Con la cuna al lado de su lecho, su pequeña en los caminos de su reino y el agotamiento ganándole la batalla, Sueño por fin logra un merecido descanso tras un parto extenuante.

Sin embargo, el silencio se rompe antes de lo previsto, interrumpido por los gemidos dolientes de su princesita.

— ¿Dawn? —murmura, aún atrapado entre el sueño y la vigilia.

—Parece que todavía no se familiariza con el mundo exterior. —observa Gadling, mientras ella empieza a gemir y sollozar. Se levanta rápidamente de la cama y se dirige hacia ella para tomarla en brazos—. No temas, preciosa, tus papás están aquí para protegerte.

Pronto, los sollozos se convirtieron en un llanto constante y vigoroso.

—Vale, claramente ella no está lista para esto. —Hob se inquieta mientras mece a la pequeña— Continúa descansando, querido, ahora me toca a mí tranquilizarla. —susurra a Sueño dándole un beso en la frente antes de llevarse a la niña fuera.

Sueño, vencido por el agotamiento, cae rendido una vez más.

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Al despertar, se percata de que la cuna aún está vacía y de que hay una conmoción en el salón del trono, no muy lejos de su habitación. Resuelto, decide cambiarse y descubrir qué es lo que sucede.

Tan pronto como pisa el salón, se topa con el caos provocado por el llanto incesante de Dawn.

— ¿Todavía está llorando? —inquirió Sueño, luchando por contener la risa ante el pandemónium que su pareja había originado.

—Continúa llorando, y ya intenté con la canción de cuna que mi madre me cantaba, la misma que le cantaba a Robyn. —comenta con nerviosismo, dividido entre mirar a Dawn o a su pareja que se acercaba. —Me temo que canto fatal.

—Tonterías, tu voz es preciosa. —dice mientras acaricia el rostro de su humano y le planta un beso en los labios— Probablemente es porque extrañaba mi calor, dejó de llorar en cuanto Muerte me la entregó después de nacer.

Después de esas palabras y una señal para que le pasaran a la pequeña, Hob toma en sus brazos a una Dawn todavía sollozante. Sueño, sosteniendo a su hija con ternura, la balancea suavemente y deposita un beso tierno en su tez de porcelana, calmando sus gemidos y llanto.

—Mi querida Dawn, no llores más, mamá está aquí para ti. —las lágrimas marcaban su camino en el delicado y hermoso rostro de su princesa— Perdóname por no estar a tu lado, estaba exhausto.

Como por arte de encantamiento, la princesa cesó su llanto y abrió los ojos. Sus padres quedaron extasiados ante la belleza de aquellos ojos que brillaban como topacios azules, emulando la fuerza de un amanecer emergente. La mezcla de azules, seguida por el marrón terroso del tercer par de ojos que se encontraron, era un espectáculo.

El llanto se disipó en el instante en que la niña extendió sus manitas para explorar el rostro de su madre.

Sueño, incapaz de resistirse, permitió que las diminutas manos de su hija lo tocaran, lo que llevó a Hob a acariciar con su dedo las mejillas rechonchas de la pequeña.

—No te preocupes, mi bello amanecer —le susurra Sueño, sin darse cuenta de que unas pocas lágrimas se deslizaban por sus mejillas—. Nada malo te sucederá mientras yo esté a tu lado.