😈[Postparto/Depresión]😈

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Ozul permanecía sorprendentemente sereno en la compañía de su padre y sus tenebrosos tíos.

Las narraciones de Maze sobre guerras y masacres capturaban su atención completa, escuchando sin mostrar temor o la más mínima señal de querer derramar una lágrima. Parecía que las historias llenas de gore y muerte eran lo suyo, las disfrutaba con una calma que desafiaba su tierna edad.

Azazel y Belcebú competían con ardor por captar la atención del príncipe, cada uno esperando ser proclamado el "tío favorito". Mientras tanto, Ozul se distraía fácilmente, prefiriendo enfocarse en sus juguetes favoritos, ya fuera su muñeco vudú o su tridente de plástico, que masticaba con gusto hasta empaparlo completamente.

Choronzon, olvidando su promesa de no volver a ser el canguro del príncipe, lo incitaba a realizar travesuras o se convertía en cebo para fastidiar a sus hermanos. Los demonios carecían del valor para reprender al travieso, ya que la presencia del príncipe heredero les impedía hacer algo que pudiera hacerlo llorar. 

La relación con sus padres era un capítulo aparte.

Cuando Lucifer se encargaba de él, todo era paz y serenidad, aprovechando esos momentos para recorrer juntos los rincones más recónditos del infierno siempre que deseaba compartir tiempo con su pequeño. Ozul observaba todo con una alegría desbordante y una risa pícara que tenía el poder de congelar la sangre de quien la oyera.

Con Johanna, la situación era completamente diferente. Excepto cuando Ozul necesitaba un cambio de pañal, ser alimentado o tenía problemas para dormir, se calmaba en los brazos de su madre. Pero si Johanna intentaba jugar o pasar tiempo con él, Ozul protestaba y la rechazaba; o, en el peor de los casos, empezaba a llorar y buscaba a su padre.

Lucifer y Mazikeen inicialmente encontraron gracioso ver a Ozul alejarse de su madre. Sin embargo, cuando se convirtió en un comportamiento frecuente, el rey de los demonios comenzó a inquietarse. 

Justo en ese momento, Johanna observaba a su pequeño príncipe entregado al juego con su muñeco vudú, abrazándolo con ternura, sin percatarse de que su tridente de juguete yacía olvidado. Con toda la lógica maternal, decidió resguardar el tridente para evitar su posible extravío. Al darse cuenta, Ozul gateó rápidamente hacia su preciado objeto en un intento de rescatarlo.

—Estabas tan entretenido con tu muñeco, mi amor, solo quiero asegurarme de que no pierdas el tridente. —explicaba Johanna, intentando apaciguar a su hijo ante la inminente amenaza de un berrinche.

—Uhh... uh —gemía el pequeño Ozul, estirando sus manitas hacia el tridente que su madre sostenía fuera de su alcance. —Uuuhg.

—No, no pienso quitártelo, Ozul. Solo voy a-

Pero, como era de esperarse, Ozul estalló en llanto. La exorcista, vencida por el cansancio y la ternura, le entregó el juguete y lo alzó en brazos, meciéndolo hasta calmar su llanto.

— ¿Qué sucede aquí? —exclama Lucifer, sorprendido, al entrar después de escuchar el llanto de su hijo. Poco después, Maze también aparece para investigar la situación.

—Todo estaba en calma hace un momento; estaba jugando con su muñeco vudú. No le hice nada malo, solo intentaba poner su tridente en su lugar, pero me vio y quiso tomarlo —explica ella, sin percatarse de que las lágrimas empezaban a brotar de sus ojos. De manera instintiva, Maze se adelanta para tomar al niño lloroso, mientras observa cómo Lucifer se aproxima para consolarla con un abrazo. —Jamás quise hacerlo llorar, yo...

—Oye, no te preocupes, todo está bien. —la tranquiliza, acariciando su espalda y depositando un beso en su coronilla. —Maze, hazme el favor de cuidar al pequeño. Jo es mi responsabilidad.

—Por supuesto, mi señor. —responde con una inclinación y se retira, no sin antes lanzar una mirada comprensiva a Johanna y calmar los sollozos antes de dejarlos en su cuarto.

—Luci, te prometo que intento que nuestro hijo desee pasar tiempo conmigo y disfrutar juntos, pero no entiendo qué hago mal. Simplemente me ignora y prefiere jugar con sus juguetes o con sus tíos.

—Jo, no te culpes. Solo estás atravesando esa fase, el postparto —responde Morningstar, levantándole la mirada y observando cómo su exorcista empieza a derramar lágrimas—. Lo entiendo porque en el Infierno hay madres que se castigan a sí mismas por delitos contra sus hijos. Pronto descubrí que esto se debía a la depresión postparto. Jo, no puedo estar enojado contigo por lo que estás sufriendo. Sería un completo canalla si lo hiciera.

— ¿Es normal que Ozul decida ignorarme? —pregunta, a punto de sollozar.

—Este rechazo es solo temporal, Ozul te adora y aún te necesita. —dice mientras le acaricia la mejilla y ofrece una sonrisa reconfortante— Después de todo, eres su madre, Jo.

Un abrazo reconfortante fue suficiente para calmar la tormenta emocional de Johanna. Pero la tranquilidad fue efímera, interrumpida por el llanto atronador de Ozul, amplificado por sus poderes sobrenaturales. Los padres, alarmados, corrieron para descubrir la causa de tal conmoción.

Quedaron boquiabiertos al presenciar el alboroto que había armado su hijo, quien gritaba a todo pulmón mientras sus leales demonios se tapaban los oídos debido a la intensidad de su llanto. Esto provocó que los padres también se protegieran los oídos.

— ¡¿Pero qué sucede ahora?! —exclamó un perplejo Lucifer.

— ¡La culpa es de Maze! —exclamó Choronzon, refugiándose en un rincón huyendo del ensordecedor ruido.— ¡Constantine, por favor, tranquilízalo!

Johanna corrió hacia su hijo, decidida a calmar su llanto aterrador. Con un acto de amor, destapó sus oídos y lo envolvió en un abrazo protector para tranquilizarlo. El efecto fue instantáneo; Ozul cesó su llanto y, aún con el rastro de las lágrimas en su rostro, clavó su mirada en su madre.

—Todo está bien, mi pequeño demonio, mamá está aquí —susurró, buscando apaciguar cualquier resto de miedo en el niño.

—¿Tienes algo que decirme, descendiente de Lilith?

Después de ser confrontada por su señor con una pregunta que más bien parecía una amenaza, Maze, con un rubor de vergüenza adornando su rostro, reveló que había intentado dialogar con el pequeño travieso responsable de las lágrimas de Johanna. Confesó que su tono había sido algo gélido, un intento por cesar el caos del berrinche infantil. Lucifer, con una mezcla de frustración y resignación, se llevó la mano a la cara y, sin más, le indicó que se retirase.

Una vez que la procesión de demonios abandonó la estancia, Morningstar observó que el pequeño causante de tanto alboroto yacía sereno en los brazos maternales, mientras Johanna lo arrullaba con una dulce melodía de cuna.

La sonrisa de Lucifer se desbordó, tan brillante como la estrella de la mañana. ⟪Te lo dije, Jo. Solo era cuestión de tiempo⟫

💛😈[Los Nuevos Semidioses]😈💛Agosto Mpreg.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora