Noviembre, 1943
Jamás pensé que agradecería que nos llevaran a ese lugar, ahora sabíamos que nos encontrábamos en Cracovia, en Auschwitz, el campo de exterminio más grande que habían construido los nazis, esto gracias a las personas que llegaban día con día. Nos habían dicho que habían destruido el gueto de Varsovia, había miles de muertos en las calles, la ciudad estaba completamente destruida. Si nos hubiésemos escondido como muchas personas, estaba segura de que en este momento ya estaría muerta junto a toda mi familia, y para ser sincera, tampoco quería ver la hermosa ciudad en la que había crecido en ruinas. Pero bueno, quizá eso hubiese sido mejor y no habría tenido que ver el rostro de mi madre camino a la muerte, lo cierto era que jamás sabría cómo hubieran sido las cosas si nos hubiésemos escondido.
Mientras trabajábamos podíamos ver a lo lejos a las personas bajarse del tren, muchas sin saber lo que les esperaba, una muerte asfixiante y rápida o una muerte torturante mucho más larga, porque algo era claro, en el momento en que ya no podías trabajar más eras asesinado frente a muchas personas sin ningún tipo de piedad.
Sí, seguía sin poder acostumbrarme a ver a las personas morir, era mucho más común que antes, pero la sensación no desaparecía, tenía todos y cada uno de los asesinatos grabados en mi memoria. Lo que sí había aprendido, era a controlarme, podía mantener mi rostro inexpresivo y lo agradecía, si te veían sufrir eras humillada o asesinada.
Desde que asesinaron a mi madre, me sorprendía a mí misma por las noches llorando mientras veía el anillo que me había regalado junto con mi padre, no tenía idea de si seguía vivo o no, pero tenía la esperanza de que al terminar este encierro lo encontrara, me abrazara y me dijera que todo estaría bien porque él me cuidaría, eso y Sofía era lo único que me impedía brincar la barda para morir electrificada como aquel hombre que había visto, estaba segura de que la muerte sería mejor que esto, pero se lo prometí a mi madre, no dejaría que ellos ganaran, tenía tres razones por las cuales seguir viva, sentí pánico cuando vi cerca perder una de esas razones.
Ese día habíamos tenido mucha suerte, nos había tocado trabajar en Kanada, una parte del campo en la que solo nos dedicábamos a clasificar las pertenencias que les quitaban a los prisioneros, era un poco escalofriante porque sabíamos que muy probablemente los dueños ya estaban muertos. Sin embargo, era mejor que cargar bloques y caminar todo el día en el frío que ya empezaba a sentirse más intenso. Había hombres cargando maletas y costales, buscaba a mi padre por todos lados, pero no logré verlo, ni siquiera prestaba mucha atención a lo que estaba haciendo, hasta que escuché algo quebrarse junto a mí, me sobresalté y miré a Sofía completamente roja.
-¡Estúpida judía! -Dijo una de las guardias seguido de una bofetada a mi hermana, ni siquiera me di cuenta de lo rápido que se había acercado a nosotras.
-¡NO! Fue mi culpa, lo tiró porque la distraje. -Dije con un nudo en la garganta poniéndome frente a Sofía, si yo no salía viva de ahí, mi hermana debía hacerlo, era lo único que pasaba por mi cabeza.
-No quieras hacerte la valiente. -Cerré los ojos para sentir aquel golpe que jamás llegó.
-¡MANDEL! -La llamaron y ella se giró al escuchar esa voz mientras yo abría los ojos. -Vete de aquí, te necesitan en los barracones. -Su tono era firme y parecía molesta, no la reconocía, así que, miré por encima del hombro de la guardia a la que llamábamos "la bestia", quien posiblemente era la más cruel de todas.
-En un momento, señorita. -Volteó a verme y estampó su mano en mi mejilla causándome un ardor instantáneo.
-¡AHORA, MANDEL! -Gritó esta vez aquella guardia que jamás había visto, estaba lejos así que no podía distinguirla bien. Sabía que si se quedaba nos golpearía hasta cansarse, así que, agradecía que la llamaran para otro lado. -Yo me encargo. -Aseguró un poco más bajo. Genial, nos golpearía otra.
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GLOOM (CAMREN)
ФанфикUna guerra, una crueldad fuera de este mundo y otro amor imposible. Tal vez no todos los nazis eran malos.