CAPÍTULO 38

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-Joder, ¿Qué le pasa? -Me solté de su agarre violentamente una vez que estuvimos dentro de su oficina.

-¿Qué te pasa a ti? Has estado ignorándome estos dos días, necesito hablar contigo, por Dios. -Dijo sumamente frustrada.

-¿Para eso tenía que gritarme y agarrarme como si fuera un trapo en el patio? -Estaba sumamente indignada de que me hubiese tratado de esa manera. Había llamado la atención de todos después de señalarme y amenazarme por haber hecho algo "terrible" por lo que iba a reprenderme ante los ojos de las demás prisioneras y guardias.

-Era la única forma de poder traerte aquí, me has ignorado todo este tiempo, ¿Qué es lo que te pasa? -Se acomodó el cabello, acción que notaba cada vez que estaba nerviosa o desesperada.

-¿Ya va a decirme qué fue lo que le pasó? Eso claramente no es un golpe con un mueble y usted parece estarse burlando de mí al intentar hacerme creer eso. -Bufé viéndola con cierto enojo.

-Ya te dije que no es nada y sanará en un par de días, ¿por qué te pones así por eso? -Elevó su voz pero inmediatamente disminuyó el volumen al darse cuenta de que alguien podía escucharla fuera.

-Porque me preocupa, ¡Maldición! -La frase salió de mi boca sin permiso y noté el rostro de la ojiverde suavizarse. Me di cuenta de lo que había dicho pero no me importó, lo único que quería era asegurarme de que la mujer frente a mí no corría peligro. Me acerqué a ella y le tomé las mejillas suavemente con ambas manos, la miré atentamente y directo a los ojos. -Yo también quiero que usted esté bien... tampoco quiero que la lastimen. -No sabía qué expresaba con mi rostro, pero intentaba comprenderla y sobre todo, la necesidad de cuidarla y protegerla estaba más latente que nunca.

-Tranquila, yo estoy bien. -Dijo suavemente rozando su nariz con la mía mientras acariciaba mi mejilla con sus nudillos. -No tienes que preocuparte por mí, ¿de acuerdo? Hazlo por ti. -Esa mirada tan tierna me hacía sentir mucho más que incluso un beso o el tipo de contacto que habíamos tenido días atrás.

-Usted también importa, por favor. Solo... necesito que sea sincera conmigo para estar más tranquila. -Pegué mi frente a la suya y escuché un suspiro de su parte.

-De acuerdo... -Esta vez parecía resignada. -Te aseguro que no corro peligro, es solo... Eduard a veces es un poco... -Quiso decir pero no aguanté, solo escuchar el nombre de ese tipo y relacionar las cosas antes de que siquiera las mencionara, me hizo hervir la sangre.

-¿Ese idiota le hizo eso? -A pesar de que necesitaba gritar y descargar mi enojo me contuve. -¿Pero qué demonios le pasa? -Me alejé de ella y me tallé el rostro en señal de frustración.

-Camz, cálmate... -Me acercó a ella nuevamente y me tomó ambas manos. -Solo lo hace cuando... -Se aclaró la garganta porque parecía no poder mencionarlo. -Cuando tenemos...

-Sí, sí, entiendo... -Negué apretando los ojos porque yo tampoco quería escucharlo. -Pero... ¿A usted le gusta eso? -Pregunté confundida, no tenía ni idea de cómo funcionaba el tener relaciones sexuales, pero el hecho de que le dejara heridas que seguían molestándola por días no parecía muy lindo.

-Claro que no... pero él así lo quiere y llevarle la contra solo alarga más la situación y lo que menos quiero es eso. -Noté como sus ojos se cristalizaron, aunque no estaba del todo segura.

-Por favor, no debería permitir que la lastime de esa manera... -Acerqué sus nudillos a mis labios y le di un suave beso. -Usted merece algo más bonito... especialmente en ese momento.

-No importa, de verdad... no te preocupes por eso. Tú debes estar tranquila. -Intentó convencerme pero yo no podía, no después de saber que la trataban de esa forma, pero no quería que ella se agobiara así que no quise insistir más.

GLOOM (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora