CAPÍTULO 25

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-Lo lamento... solo... solo quería ayudarla. -Dije después de tragar pesadamente evitando la mirada intimidante de aquella mujer que había sido corrompida gracias al poder que tenía sobre nosotras.

-¡Vaya! ¿Qué tal? Tenemos una reencarnación del buen samaritano aquí. -Alzó su voz con tono burlón haciendo que las miradas se enfocaran en nosotras por un momento de manera disimulada, el detenerse de hacer el trabajo también era peligroso pero la curiosidad las incitaba a, por lo menos, escuchar. -Eso es tan tierno... -Hizo un puchero riendo burlonamente aunque rápidamente su expresión cambió a una de completa seriedad y evidente molestia. -Mira, cariño... -Tomó su fusta y la colocó en mi barbilla para que levantara la vista y me encontrara con sus intimidantes ojos cafés. -No intentes hacerte la heroína porque no lo eres... -Me dio un par de golpes muy leves en mi mejilla derecha en una forma de hacerme entender lo que me decía. -Agradece que estoy de buen humor, judía. -Me guiñó un ojo y acto seguido disparó directo a la cabeza de la mujer que estaba tendida en el suelo y a quien había intentado ayudar. Di un salto después de oír el estruendo y mi corazón empezó a latir con fuerza, un enorme nudo se formó en mi garganta y las lágrimas se acumularon en mis ojos. Me miró con una sonrisa malévola y golpeó mi mejilla con la empuñadura del arma. -Toma eso como una advertencia, a la próxima yo no contaría con salir de aquí caminando si fuera tú. -Y se alejó para seguir supervisandonos como si nada hubiese pasado.

De inmediato me giré para ubicar a Dinah quien se mordía el labio inferior en un intento de contenerse, lo sabía porque sus ojos estaban vidriosos, la miré y simplemente asentí para que supiera que estaba bien, aunque ver tan de cerca cómo asesinaban a esa mujer había sido muy fuerte. Estaba aturdida y sentía como mi mejilla se quemaba, aún no dolía, supuse que en un par de minutos el golpe me pasaría factura.

Por más que sentía que el malestar acababa conmigo o mis pensamientos me devoraban por dentro no podía quedarme ahí y tampoco salir, debía hacer lo mismo que Herta, seguir como si nada hubiese pasado. Así que, solo me puse de pie después de asegurarme de que no estaba sangrando y continué con mi trabajo al lado de mi amiga quien pareció tranquilizarse un poco.

-Es hora del almuerzo, señoritas. Disfruten su festín. -Dijo irónicamente mientras se alejaba y algunas de las mujeres, que también eran prisioneras pero trabajaban con ciertos privilegios por decisión de las guardias, nos apresuraban, a veces podían ser más mierda que las mismas mujeres con poder.

-Un poco tarde pero por fin... -Suspiró Dinah viendo un punto detrás de mí.

-¿Qué pasó? -Dijo agitada y yo me tensé.

-Nada. -Tragué con pesadez pero sabía que no se quedaría tranquila con eso.

-Dinah me ha hecho una seña, Camila, ¿qué pasó? -Preguntó nuevamente, me tomó del brazo e hizo que me girara. -¡Por Dios! ¿Fue la idiota de Herta? -Parecía horrorizada pero a la vez podía notar como el enojo se formaba en sus ojos.

-Sí, no es nada... ya sé cómo son y aún así me arriesgo. -Negué cansada de la situación.

-Joder, le partiré la cara. -Dijo empezando a caminar hacía el salón de los guardias pero la detuve.

-No lo haga, no quiero que se meta en problemas o que sospechen algo. -Supliqué, era cierto, no podía dejar que se expusiera de esa manera.

-Pero... -Intentó decir pero la corté.

-De verdad no es nada..., la veré esta noche, ¿de acuerdo? -Dije con una sonrisa suave para intentar tranquilizarla y al parecer lo logré.

-Vayan al baño en unos minutos, les dejaré algo para que Dinah te ayude a curar el golpe, ¿de acuerdo? -Pasó suavemente su dedo por la zona lastimada y lejos de dolerme sentí como casi se aliviaba el dolor y solo podía enfocarme en el rose de su piel contra la mía, mis ojos se cerraron por un par de segundos ante lo relajante de su tacto.

GLOOM (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora