CAPÍTULO 39

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-Sé que está mal, sé que es algo que no va a pasar, pero mi mente y mi cuerpo me gritan que se lo diga porque no lo puedo mantener en mi pecho por más tiempo... –Suspiré frustrada, no podía negar que aquello era abrumador, era como tener el poder de hacer algo pero no el valor.

-También sé que está mal pero tú haces que me olvide de eso. –Me acarició la cintura. –No puedo dejar de pensar en ti... –Apartó su mirada para hundir su rostro en mi cuello y empezar a dejar pequeños besos en la zona haciendo que me estremeciera. –En esto que pasa entre nosotras... –Me apretó más contra ella y mis ojos se cerraron instintivamente disfrutando de aquel contacto tan placentero. –Y en las ganas que tengo de verte todo el tiempo...

-Por favor, deténganse... no sé si tengo la fuerza para detener esto a tiempo... –Apreté su hombro en un intento de contener la frustración y la energía que de pronto se había disparado en mi cuerpo.

-No quiero que lo detengas, Camila... –Susurró en mi oído enviando corrientes eléctricas a todo mi cuerpo sintiendo como este perdía estabilidad y fuerza. –Pero si es lo que quieres puedes hacerlo, este es el momento... aunque quiero que sepas que... solo somos tú y yo en esta habitación y... –Se apartó de mi cuello para acercar su rostro al mío, como lo dije antes, sus ojos estaban encendidos y sentí un escalofrío recorrerme cuando sus labios estuvieron a milímetros de los míos. –También me muero por besar cada parte de ti. –Al decirlo su boca logró tener contacto con la mía debilitándome todavía más si eso era posible.

Ya no podía soportarlo así que la besé completamente frustrada, no podría detenerme, no había nada que pudiese detenerme de tener a la ojiverde de esa manera en que mi cuerpo lo demandaba, que no conocía y para ser sincera no sabía con exactitud qué era lo que estaba a punto de pasar, así que, solo dejé que mis impulsos respondieran. El beso era apresurado y profundo haciéndome delirar, puse mis brazos alrededor de su cuello con la necesidad de estar más cerca de ella y por su parte me rodeó la cintura con los suyos. A pesar de tener muy pocos puntos de referencia logré reconocer que la ojiverde era una experta moviendo sus labios y su lengua.

-Hey... –Dije cuando nos separamos por la falta de aire. –No sé qué está a punto de pasar, sólo sé que quiero ir despacio. –Estaba un poco en contra de mi voluntad porque ya no aguantaba esa especie de explosión de energía dentro de mí, pero sabía que debía tomar tiempo apreciar la belleza de Lauren como quería hacerlo. Sus ojos estaban brillosos y su respiración agitada pero asintió sin quitarme la vista de encima. Tenía su labio hinchado y más rojo de lo usual entre sus dientes y llevé mi mano hacía ellos liberando el inferior y dándole una caricia... aquello lucía sumamente atractivo, tanto que un gemido inevitable se escapó de mi garganta.

La temperatura de mi cuerpo iba en aumento y los latidos de mi corazón estaban a mil por hora. Me alejé un poco hasta quedar sentada frente a ella y bajé mi mirada hasta su pecho, lentamente me acerqué a ella y di pequeños besos por su cuello escuchándola suspirar. Lauren se limitaba a verme atenta y de vez en cuando me acercaba más con su mano en mi cabeza, ahí supe que estaba haciéndolo bien.

Cuando mi lengua entró en juego no pude evitar ocultar una sonrisa al oír los pequeños sonidos que salían de su boca los cuales me indicaban que lo estaba disfrutando. Pronto su camisa empezó a interponerse en mi camino y aunque mis manos estaban temblando, tomé los botones y busqué su mirada, tenía los ojos cerrados pero al sentir que me detuve los abrió, pedí permiso y ella inmediatamente entendió asintiendo y respirando pesadamente.

Mis manos temblaban y Lauren notó la torpeza con la que intentaba desabotonar la prenda. Así que las tomó y les dio un beso en los nudillos.

-Tranquila... ¿sí? –Dijo con una voz tranquilizadora y una mirada comprensiva. Acto seguido ella misma empezó a quitar los botones restantes. El aire se atoró en mi garganta cuando terminó de hacerlo y abrió la camisa dejando al descubierto su torso desnudo, no sabía cómo describir lo que sentía, era algo abrumador, era un nudo en la garganta, un palpitar de mi entrepierna y un escalofrío recorrer todo mi cuerpo. Era lo más hermoso que había visto en mi vida, su piel blanca, su abdomen plano y sus pechos eran como una obra maestra esculpida por el mismísimo Miguel Ángel.

GLOOM (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora