CAPÍTULO 4

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-¿A dónde? -La tomé de los hombros.

-No lo sé, se llevaron a varias mujeres. -Se cubrió el rostro con ambas manos y mi corazón empezó a latir con mucha fuerza.

-Tranquila, estoy segura de que volverá en un rato. -La abracé e intenté ocultar mi miedo y mis sollozos lo más que pude, sentía la necesidad de mostrarme tranquila para no preocuparla.

Los minutos pasaban lento y rápido a la vez, estuvimos abrazadas esperando a que mi madre volviera, no podía controlar a mi hermana con nada, mis ojos no se despegaban de las puertas desgastadas de madera color café.

-Escuché lo que mamá te dijo la otra noche. -Mi hermana había parado de llorar, pero aun así lograba percibir el miedo en su voz.

-¿Qué cosa?

-Que si intentaban matarla nos mantuviéramos serias y que no interviniéramos. -Tenía la mirada pérdida, parecía estar recordando con dificultad. -Yo no podré hacer eso, no me importa si me matan a mí también. -Me miró con enojo.

-Sofía, yo sé que es difícil, pero es lo que ella quiere. -Intenté convencerla, pero en el fondo sabía que también estaba intentando convencerme a mí misma.

-¿Qué sentido tiene? ¿Quién le asegura a mi madre que no me matarán al siguiente día porque se me cayó un bloque? -Dijo como si fuera obvio y sinceramente tenía razón.

-Nada me lo asegura. -Escuchamos aquella voz y de inmediato corrimos hacía ellas, estaba sudada y parecía agotada, pero no nos importaba en lo absoluto, sentíamos gran alivio de que estuviese de vuelta.

-¿Dónde estabas? Nos tenías preocupadas. -Dije viéndola por todos lados esperando que no le hubiesen hecho nada.

-Nos llevaron con un doctor, para ver en qué condiciones estamos, solo a las mayores para ver si podíamos continuar trabajando. -Hizo una mueca. -Se llevaron a las que ya no podían.

-¿A dónde? -Sofía frunció el ceño.

-No lo sé, pero es claro que no volverán. -Mi madre bajó la mirada, estaba segura de que ella sabía a dónde las llevaban. -Sofía, quiero que entiendas una cosa. -Se enfocó en ella. -Se lo dije a Camila, yo ya viví mi vida, llegaré hasta donde pueda hacerlo, pero ustedes deben salir de aquí, además si nos matan a las tres entonces ellos habrán ganado y eso no puede pasar. -Aseguró viendo a su hija con mucha desesperación por hacerla entender lo que estaba diciendo. -Promételo, por favor, no podré estar tranquila hasta que lo hagas.

Mi hermana volteó a verme y yo asentí.

-De acuerdo, lo prometo, pero no te pasará nada. -Se le había quebrado la voz en la última parte y abrazó a mi madre.

Estaba segura de que ese era el mayor deseo de mi hermana, lo sabía porque también era el mío.

Abril, 1943

Había pasado más de un año de encierro, 516 largos y agonizantes días, pero peor que estar encerrada era ser testigo de todas las atrocidades que se cometían en aquel lugar. Cada día era más duro y con el pasar del tiempo había visto alrededor de 100 asesinatos, ahora era mucho más común pero la sensación siempre era la misma, jamás me acostumbraría a eso.

Nos habían aumentado las raciones de comida, si a eso se le podía llamar aumentar, ahora comíamos tres veces al día, pero obviamente al medio día nos daban menos comida, básicamente nos habían racionado una sola comida en tres. Muchas se animaban a hacer intercambios, no entendía qué podía ser más valioso que la comida en ese lugar, así que, yo no lo intercambiaba por nada, a menos que mi hermana o mi madre tuviesen más hambre.

GLOOM (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora