CAPÍTULO 11

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Abrí los ojos al parecer gracias al ardor y el frío que sentía sobre mi espalda, estaba oscuro y me encontraba boca abajo en lo que de inmediato reconocí como mi "cama". Solté un quejido al sentir presión en una de mis heridas, intenté levantarme, pero no pude.

-No te muevas. -Oí la voz neutra de aquella chica que sabía perfectamente quién era.

-¿Qué pasó? -Pregunté con dificultad.

-Al parecer te desmayaste mientras probabas el calzado, una guardia me ordenó que te quitara de ahí porque estabas obstruyendo el paso, no podía matarte y tampoco iba a batallar arrastrándote a otro lado. -No la veía, pero sabía que estaba completamente seria.

-¿También te ordenó que me curaras? -Fruncí el ceño, confundida, no tenía necesidad de hacer eso.

-No, lo estoy haciendo porque no soy tan mala persona. -Dijo con desdén.

-Dinah... -Intenté levantarme.

-No te muevas, Camila. -Me detuvo, pero aun así lo hice para quedar sentada frente a ella, me cubrí el torso con el vestido, ya que, me había quitado la parte de arriba para tener libre mi espalda.

-Lo siento, de verdad. -Ella me miró atenta, pero yo no sabía qué más decir. -Sé que en ningún momento quisiste ayudarme por conveniencia.

-No sé por qué pensaste eso. -Negó con la cabeza mientras se encogía de hombros.

-Yo tampoco, es solo que, mis pensamientos han estado muy raros últimamente, son... poco realistas, pero no quiero justificarme de esa manera, sé que te hice sentir mal y que debo disculparme por eso. -Tomé su mano pensando que me rechazaría, pero no lo hizo, le di un suave apretón con la poca fuerza que tenía.

-Lo sé, creo que este ambiente y el hecho de buscar sobrevivir mientras lidias con tus pérdidas no es fácil por no decir que es imposible. -Torció la boca.

-De verdad no quiero justificarme, si quieres permanecer alejada de mí lo entenderé, solo quería asegurarme de que supieras que lo siento y que no pensé lo que decía. -Agaché la cabeza, me daba vergüenza verla a los ojos después de lo que le había dicho.

-Me dijiste que ahora era parte de tu familia, ¿no? Debemos estar juntas entonces. -Esta vez fue ella quien apretó mi mano y yo levanté la vista para ver como una pequeña sonrisa se asomaba por sus labios, la abracé y enseguida gemí de dolor cuando ella me correspondió. -Será mejor que termine de curar tu espalda, no se ve nada bien.

-Te quiero, Dinah. -Estaba al borde de las lágrimas porque nuevamente estaba conmigo.

-Yo también te quiero, Mila. -Sonrió y el ambiente se tornó algo incómodo hasta que tomó la palabra nuevamente. -Anda, date la vuelta. -Pidió y lo hice.

-¿Por qué la guardia no podía asesinarme? -Pregunté con el ceño fruncido.

-No pueden dejar los cuerpos ahí y tampoco gastan energía arrastrando nuestros cuerpos sin vida, y bueno, supongo que tuviste algo de suerte.

-¿Entonces cómo hacen para mover los cuerpos de las cámaras de gas a los hornos?

-Lo hacen los prisioneros.

-¿Qué? -En seguida sentí como mi cuerpo se tensaba ante la frialdad de aquello.

-Sí, así como tú y yo trabajamos en el patio, o en Kanada, otros prisioneros trabajan en las cámaras de gas pasando cuerpos sin vida a los hornos.

-¿Bromeas?

-No. Al menos puedes estar segura de que la persona que quema tu cuerpo no te odia.

-Pero... podrían ser sus amigos, padres, hermanos, ¿cómo es que los nazis duermen tranquilamente sabiendo que hacen tanto daño? -Todo aquello me parecía completamente inhumano.

GLOOM (CAMREN)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora