In The Summer

Capitulo 26

Capitulo 26

La merienda campestre anual del Día del Trabajo en Tylerville tuvo lugar la noche del sábado, y como de costumbre, acudieron casi todos los habitantes. Era un acontecimiento festivo, que empezaba a las seis en punto con un desfile y terminaba a la medianoche con una deslumbrante explosión de fuegos artificiales. La banda local tocaba, tanto country como clásicos del rock, en la tarima situada en medio de la plaza del pueblo. Al pie de la tarima, había adolescentes sentados sobre mantas, o tendidos boca abajo en el césped, pidiendo a gritos canciones, gritando a la banda. Las calles cercanas estaban cerradas al tránsito; los niños corrían desenfrenados, se perseguían y eludían con diestra soltura a sus exasperados progenitores. Los adultos ingerían una cena improvisada en el garaje de la nueva estación de bomberos, adyacente a la plaza. Los momentos más destacados de la velada incluían la caza de un cerdo engrasado, que auspiciaba el Club Cívico de Tylerville, y un viaje en globo al
módico precio de un dólar. Cuando llegó Lena Luthor, a las siete menos cuarto, la fila para el viaje en globo contaba más o menos ciento cincuenta, personas. Evidentemente, nadie se desanimaba ante el globo amarrado que subía tan sólo siete metros antes de que lo halara de nuevo a tierra para el siguiente grupo de pasajeros.

El grupo de Lena incluía a James, Lara, las niñas y Lillian. Había vacilado en aceptar la invitación de James, pero al ver que este incluía al resto de la familia, ofreciéndoles compañía, no vio razón alguna para rechazarla. Lara necesitaba salir para distraerse, y sus hijas, más turbulentas que de costumbre en la crisis que afectaba sus jóvenes vidas, tenían que canalizar su exceso de energía. Si bien Lena estaba acongojada por Kara, se negaba a explayarse en ese dolor. Se disiparía… tenía que disiparse. Las palabras de su madre sobre ilusiones sin base real estranguladas de modo que incluían no sólo el tema de la culpabilidad o inocencia de Kara, sino las perspectivas a largo plazo de cualquier relación que ellas pudieran intentar  habían caído en terreno fértil. Diana, de cinco años, tiraba con entusiasmo de la mano de Lena:

"Tía Lena, ¿podemos ir de paseo en globo?"

"Después de que comamos" intervino Lara antes de que su hermana pudiera responder afirmativamente. Lena había llevado a las mayores al cine a primera hora de la tarde, mientras Lara y Ben seguían hablando. Lillian, que se había quedado con la pequeña Katie, dio a entender a Lena que la visita no había sido un éxito. A los quince minutos de estar juntos, Lara había corrido a su cuarto llorando, y Ben había prometido muy fríamente volver al día siguiente. Pero cuando James fue a buscarlas para la merienda al aire libre, Lara ya se había calmado y, salvo el leve tono rojo en torno de sus ojos, no se hubiera podido descubrir ningún indicio que revelara sus angustias. Cuando Lena explicó la situación a su prometido, James, que sin duda valoraba el coraje de Lara, dedicó gran parte del viaje al pueblo y la posterior caminata hasta la plaza a contar bromas tontas y anticuadas en un intento de levantar el ánimo. Cuando se sumaron al gentío que rodeaba las mesas repletas de comida, Lena pensó que si escuchaba una más de esas idioteces le volcaría en la cabeza su vaso lleno de té helado.

Pero Lara se estaba tranquilizando y hasta sonreía un poco gracias a las bromas de James. A la ojiverde se le ocurrió que tal vez corría peligro de perder otro hombre más por culpa de su hermana. Sin embargo, en este caso no le importaba en realidad.

"¡Katie, no! ¡Eso está caliente!" Lena se abalanzó para sujetar a su sobrina menor, que arremetía hacia la cafetera de plata colocada en el extremo de una larga mesa. Agarró a tiempo a la pequeña, la alzó, y la tranquilizó con un pastelillo hurtado de la mesa de los postres. Costaban veinticinco centavos cada uno, pero la fila para pagar era larga. Por eso Lena decidió dejar que Katie se comiera enseguida la golosina, más tarde, cuando pagara por su propio plato.

"Dámela, Lee" murmuró Lara cuando su hermana se acercó de nuevo al grupo. Katie sacudió con fuerza la cabeza, con la cara sonriente y manchada de chocolate.