Capitulo 24

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Capitulo 24

"Eso no es muy romántico."

"Lo lamento, pero me estás aplastando y no puedo respirar." Una lenta sonrisa se dibujó en la cara de Kara.

"Vaya con el romance, ¿eh?" preguntó y depositó en la boca de Lena un beso rápido y posesivo. Se volvió a un lado, y se sentó. Lena observó las musculosas nalgas de Kara acunadas por la suave felpa, y tuvo que admitir que estaba muy sexy. Como ella le daba la espalda, Lena no podía ver qué hacía, y probablemente fuera mejor. Había regresado a la dura realidad, y Lena era supremamente consciente de su situación al sentarse y tratar de componer su aspecto lo mejor que pudo. Estaba desnuda hasta la cintura, con la falda apelotonada en tomo de las caderas y arrugada. Tenía un agujero en las medias y sus bragas, desgarradas, le colgaban de una cadera con un solo trozo de elástico. Estaba descalza, aunque no habría podido decir cuándo se le había caído el segundo zapato. Sentía la boca magullada e hinchada, y cuando se miró el cabello en el espejo retrovisor, vio que parecía un nido de pájaros. Se sentía sucia, sudorosa, olorosa y malhumorada. Vaya con el romance. Kara se alzó los calzoncillos y los pantalones tejanos; Lena oyó cómo se subía la cremallera.

Buscó su sujetador y su suéter, y advirtió que ahora Kara estaba perfectamente decente, mientras que ella estaba casi desnuda. "Vamos a nadar en cueros."

La sugerencia, acompañada con una sonrisa diabólica, dejó boquiabierta a Lena, que se tapó los senos con las manos y la miró con el entrecejo fruncido.

"Nadar en cueros. ¿Has oído hablar de eso? ¿Ya sabes, cuando las personas nadan desnudas en una extensión de agua?" ¡De ninguna manera!

Kara rió. Fue una explosión de sonido espontánea, jubilosa, Lena vio que sus ojos chispeaban risueños al contemplarla. "¿Siempre estás tan cascarrabias cuando acabas de tener buen sexo, maestra?" El mal gesto de Lena aumentó, aunque, a regañadientes, sintió que empezaba a responder al humor de Kara.

"No sabría decirte" repuso sacándole la lengua.

"¿Ah, sí?" Le sonrió Kara.

"Ajá. Y ahora, ¿quieres salir del coche y dejar que me asee tranquila? Anda… vete a comer algo."

"Eso haré." Introdujo un brazo entre los asientos delanteros, recuperó las gaseosas y las galletas y salió del vehículo. Dirigió una última sonrisa, resplandeciente a Lena, y fue a instalarse sobre una mesa del merendero a orillas del agua. La ojiverde la la admiró en silencio su cuerpo de largas piernas y anchos hombros mientras se alejaba. Luego dedicó su atención a lo que tenía entre manos. Su panty y sus bragas estaban rotos; se los quitó, con cierto pesar por las bragas. La lencería era su debilidad y tenía una ropa interior preciosa. Estas bragas en particular eran celestes, y hacía, juego exactamente con el sujetador que se debía haber perdido bajo uno de los asientos delanteros. Buscando a tientas bajo uno de ellos, Lena lo encontró, lo sacó y se lo puso. Su suéter estaba apelotona en el suelo; se lo puso también. Su bolso estaba metido bajo el asiento delantero. Se estiró por encima de la consola, aferró su correa y lo trajo. Finalmente, le dedicó unos minutos a solas al maquillaje. Se paso un cepillo por el cabello, devolviéndole su aspecto liso y brillante; luego volvió a guardar el cepillo en el bolso, sacó su polvera y su lápiz labios. Abrió la tapa de la polvera, se observó en el espejito. Pese a la ausencia de todo maquillaje (lo poco que hubiera sobrevivido a la jornada había desaparecido gracias a Kara) se sorprendió al ver cuan joven parecía, aun a la vívida luz de la tarde. Ojos chispeantes, mejillas rosadas y una boca levemente hinchada comunicaban una ilusión de juventud, pensó al empolvarse la nariz y colorearse los labios con lápiz rosado. Listo. Se volvió a mirar: despreocupada, levemente desaliñada, feliz. Cerró con un chasquido su polvera y guardó los artículos en su bolso. Lena pensó que un amorío loco y apasionado con Kara era el mejor estímulo para su belleza. 'Si tan sólo pudiera embotellarlo' pensó con irónica sonrisa podría ganar una fortuna. Sus ojos se desviaron hacia el sitio donde ella estaba sentada, con los pies encima del banco y el trasero sobre la mesita, echando trozos de galletas a los patos que se los disputaban. ¿Buen sexo? Oh, sí. Aunque ella no pensaba admitírselo. A ella, no. Ya era bastante vanidosa.

In The SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora