In The Summer

Capitulo 49

CAPITULO 49

El viernes Lionel Luthor mejoró levemente, y Lillian y Lena pensaron que podían dejarlo con Lara, (ya que ninguna de ellas quería pensar siquiera en dejar solo a Lionel) mientras Kara las llevaba a la Nogalera en el auto de Lena. Lillian, sentada en el asiento delantero junto a Kara, era poco más que una pálida sombra de la mujer que había sido el domingo anterior. Recostaba la cabeza en el asiento, con los ojos cerrados, las manos posadas en el regazo.

Ninguna de las tres ocupantes del vehículo hablaba. Lena y Lillian estaban agotadas, y Kara intuía que ellas necesitaban quietud. Pero el silencio era acogedor. Por primera vez Lena pudo rememorar todo lo sucedido desde que Lionel sufriera ese ataque. Se dio cuenta de que de la pesadilla había resultado algo nuevo: esos últimos días en el hospital, tan desorientadores, habían hecho mucho por reconciliar a Lillian con Kara. La crisis había obligado a su madre a confiar en ella, y la ojiazul había respondido mejor aún de lo que Lena pudo haber esperado. Había estado allí cuando se le necesitaba, y entre tanto se había hecho querer por la familia de Lena. Mediante esa peculiar alquimia que a veces ocurre en momentos de tensión, Kara había pasado a ser una de ellos.

Cuando llegaban a los portales de la Nogalera, Lena se sintió reanimada por primera vez desde que su padre sufriera el ataque. Brillaba el sol, el aire era cálido, y el follaje estaba tiñéndose con sus colores otoñales. Hasta la casa parecía especialmente acogedora cuando entraron. Katie estaba cantando una cancioncilla tonta con Rosa en la cocina, y la alegría de la niña tocó una cuerda en el corazón de Lena. Una olla grande que olía a sopa de verduras hervía en la cocina.

"Llegan a tiempo para el almuerzo" dijo Rosa, con amplia sonrisa.
Katie, con un chillido, corrió derecho hacia Lena. La pelinegra alzó a la pequeña, y la besó sin fijarse en que sus manecitas estaban pegajosas del palito de caramelo que, en su entusiasmo, había abandonado en el suelo.

"¿Dónde están todos, Rosa?" preguntó Lillian. Era obvio que le costaba esfuerzo hablar siquiera. Tan cansada estaba, que sus palabras fueron un tanto confusas.

"Derrick se ha ido a buscar a Diana, Melissa está en la escuela hasta las tres, y Katie y yo estamos aquí en la cocina, ¿verdad, Katie bonita?"

"En la cocina" corroboró Katie asintiendo.

"¿Por qué no subes y te recuestas un rato, madre?" Inquirió Lena con cierta preocupación.

"Creo que lo haré. Estoy agotada" repuso Lillian.  Besó a Katie, que rió entre dientes; luego salió de la cocina, moviéndose como una mujer anciana. Hasta entonces, Lena nunca había pensado en su madre como anciana, y la idea la asustó.

"Iré a ayudar a mamá a que se ponga cómoda" dijo, al pasar a Katie a los brazos de Rosa. La niña protestó, pero Rosa la distrajo con una cacerola y una cuchara para golpearla. El ruido siguió a Lena escaleras arriba. Quince minutos más tarde, cuando volvió a la cocina después de llenar la bañera para su madre y prepararle la bata y el camisón, descubrió a Katie de
pie sobre una silla, jugando muy contenta en el fregadero, Kara apoyada en el mostrador hablaba con Rosa, que la trataba como a una de sus hijas, y Rosa cortaba jamón para hacer unos emparedados.
Rosa sirvió dos tazones de sopa, y los colocó junto con los platos del almuerzo, que incluían ensalada de patatas y fiambre; además grandes vasos de leche junto con los emparedados. Luego se llevó a Katie, que protestaba, para que Lena y Kara pudieran comer tranquilas.
La rubia acometió su comida con placer. En cambio Lena dejó la suya después de tomar dos o tres sorbos de sopa.

"¿No te gusta?" inquirió Kara. En los últimos días se había vuelto muy quisquillosa respecto de cómo comía, diciéndole que con razón era tan diminuta, porque un ratón de buen tamaño consumía más que ella. Lena, que no estaba de humor para comer a la fuerza, le hizo una mueca. Pero, en respuesta a su severa mirada, comió el resto de la sopa. "No le servirá de nada a tu padre que te enfermes por no comer" declaró Kara mientras
engullía el último bocado que tenía en el plato.