Capitulo 7
Oyó el sonido inconfundible de un auto que se acercaba a sus espaldas. Kara no se molestó en mirar ni en hacer señas con el pulgar. Allí en Tylerville, nadie que estuviera en su sano juicio le ofrecería llevarla. Nadie. Era Kara Danvers, asesina. Las personas la evitaban como si tuviera la peste. Demonios, ni siquiera podía comer como se debe. El recuerdo de su humillación durante la cena le hizo chirriar los dientes. Siempre había comido con la finalidad de tragarse la comida antes de que otro se la quitara. Nunca habían sido importantes los modales, las servilletas y todo eso. Pero eran importantes para ella, de manera que, maldición, ella aprendería a hacerlo bien. Le carcomía verse disminuida ante Lena Luthor. También le molestaba que ella hubiese intentado darle dinero, como adelanto sobre su sueldo. Ella consideraba eso caridad, y la mera idea la ponía furiosa.
Una camioneta roja, que parecía nueva, pasó veloz; su brillante color resplandecía en el creciente crepúsculo. En esa cabina iban apretujados un hombre, una mujer, una niña y un niño. Una familia.
Siempre había imaginado tener una familia como esa. Demonios, en esos años de cárcel había imaginado toda clase de cosas… y así se había mantenido cuerda.Pero esto era aquí y ahora, la realidad. Caminaba pesadamente al borde de un camino alquitranado que atravesaba la sección más pobre del distrito. Granjas de madera destartaladas, con patios llenos de chatarra, se intercalaban con chozas de una sola planta llenas con más chatarra. Chicos descalzos y sucios jugaban sobre malezas que les llegaban a la cintura. Mujeres obesas, vestidas humildemente, sentadas con las rodillas desnudas separadas, la miraban con fijeza desde los porches desvencijados. Hombres huesudos, en camiseta, se rascaban los sobacos y la observaban al pasar. Perros flacos de ninguna raza identificable arremetían contra ella ladrando.
Bienvenida a casa. Ella formaba parte de ese lugar horrible y este formaba parte de ella. Alguna vez había sido una de esos chicos que jugaban, de aspecto mugriento y desnutrido. Su mamá había sido tan gorda y tan desaliñada como las mujeres de quienes se apartaba ahora. Su papá había sido un hijo de perra malvado, rápido con los puños y los insultos, y cuando estaba en casa usaba solamente camiseta. Siempre la misma, a juzgar por los mismos agujeros y las manchas que la adornaban.Esta era su gente. La experiencia de vida de ellos era la de ella. La sangre viciada de ellos estaba en sus propios genes. Antes había tenido la esperanza de escapar. Antes. Demonios, antes ella había tenido muchas esperanzas. Era una casa de madera de una sola planta, en lo alto de una lomita, tan destartalada como la peor de las que había visto. Un camino de gravilla conducía hasta ella. Había dos camionetas herrumbradas estacionadas adelante; una de ellas, sin neumáticos, apoyada sobre dos bloques de cemento. En el patio, unos pollos raspaban el suelo. A través de la puerta principal, que estaba abierta, pudo ver el parpadeo de un televisor. Alguien estaba en casa. Kara Danvers no supo si alegrarse o lamentarlo.
Se acercó, subió al porche y miró a través de la puerta con sus innumerables agujeritos y roturas. Un hombre yacía sobre una poltrona y miraba la televisión. Un anciano, encanecido y flaco, con una camiseta harapienta y manchada, acariciaba una botella de cerveza barata.
Al verlo, la garganta de Kara se encogió. En casa. Para bien o para mal, estaba en casa. Abrió la puerta y entró. Jeremiah Danvers alzó la vista y la miró, momentáneamente sobresaltado por la intromisión. Luego, al reconocer a la visitante, entrecerró los ojos.
"Eres tú "dijo en tono cargado de desprecio. "Yo sabía que tarde o temprano aparecerías, como una moneda falsa. Apártate… me tapas el televisor."
"Hola, papá "repuso Kara con suavidad, sin moverse.
"¡Que te apartes, he dicho!" Kara se apartó. No porque temiera ya a su padre ni a sus puños, sino porque quería ver al resto de la casa, ver qué había cambiado. Entró en la cocina con sus mostradores de esmalte blanco descascarado y la mesa en torno a la cual siempre habían comido… cuando había algo que comer. Si es que se trataba de la misma mesa. ¿Era posible que algo tan endeble hubiera durado tanto? Había platos sucios amontonados junto al fregadero, como siempre, aunque ahora no había tantos. Las mismas cortinas floreadas rosadas, más sucias que nunca, colgaban de la misma vara amarillenta y combada, encima del fregadero.
En el mismo lugar de siempre, dos dormitorios diminutos y un cuarto de baño minúsculo, apenas funcional, junto al pasillo. Kara miró en el interior de cada cuarto, preguntándose si el colchón doble que reposaba en el suelo, en el dormitorio más pequeño, era el mismo donde habían dormido siempre ella, Barry y Lex. Eve, como era la más pequeña, tenía la poltrona del living para ella sola. Sus padres habían compartido la cama del otro dormitorio, hasta que la madre de Kara se marchó a Chicago con un sujeto. Entonces su padre había dormido allí con cualquier arrastrada con quien se estuviera acostando entonces. A veces uno u otro de los muchachos habitualmente Barry se acostaba con ella también.

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In The Summer
FanfikceEsta historia no es mía, es una adaptación a Supercorp...CREDITOS A QUIEN CORRESPONDA Kara G!p