Capitulo 8

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Capitulo 8

"Lena, tenemos un problema."

'¿Y cuál es la novedad?', pensó Lena, fatigada, cambiando de oreja el teléfono. En las cuarenta y ocho horas trascurridas desde el regreso de Kara a Tylerville, se le había llenado la vida de problemas hasta reventar, todos directamente relacionados con ella.

"¿Qué pasa ahora, Winn?"

"¿Recuerda esa pandilla de chicos a quienes veníamos observando? Por fin sorprendí a uno de ellos cuando robaba mercancía. Sólo que Danvers no me permitió llamar a la policía."

"¿Cómo? ¿Y porqué?"

"Porque, supongo, que al ser ella también un delincuente, se compadece de otros delincuentes. ¿Cómo rayos voy a saberlo? Dice que si llamo a la policía, me dará una patada en… pues, no lo voy a repetir."

"¡Ay, Dios!"

"Se lo digo, Lena, no creo poder soportar mucho tiempo más a esta tipa. Es un verdadero fastidio."

"Quiero hablar con ella. No, será mejor que vaya a la tienda. Usted sólo procure retener allí al ladrón hasta que yo llegue, por favor."

"Lo intentaré, pero, Lena…"

"Me lo cuenta cuando llegue, Winn." Lena Luthor colgó el teléfono. Por desgracia, su madre, que preparaba pan de maíz favorito del padre de Lena en un intento de avivar su apetito, había oído toda la conversación. Era obvio al ver los signos inconfundibles de tensión en la expresión de Lillian.

"Nunca me vas a escuchar, ¿verdad, Lena? Te dije desde el primer momento que cometías un grave error al ofrecer trabajo a esa muchacha. No logro imaginarme cómo llegaste a ser tan obstinada. Ya ya, sí apenas puedo alzar la cabeza en el pueblo con lo que están diciendo mis amigas sobre tu amistad con esa muchacha. Y no sabía qué decir cuando la señora Rojas me telefoneó llorando…"
"Sé que es duro para ti, madre, y lo lamento. También lo lamento por la señora Rojas, pero no creo que Kara haya matado a Andrea. Es…"

"¿Kara? " Lillian se puso rígida de manera alarmante. Su actitud hizo pensar a Lena en un perro de caza que de pronto sintiera olor a conejo. "Lena, ¿acaso tienes algún fundamento lo que se dice acerca de ti y esa muchacha? Espero conocer bien a mi hija y no quiero pensar que perderías el tiempo con esa escoria, dado que es una convicta, Lena, y para colmo varios años más joven que tú, y…"

"Yo también lo espero, madre" respondió Lena con suavidad y huyó. Caía la tarde del sábado. En una hora, James debía pasar a buscarla por su casa. Suerte que ya se había peinado y maquillado, pensaba Lena mientras subía la escalera corriendo. Sólo tuvo que ponerse el vestido rojo, corto y ceñido, con escote ahuecado y unas mangas diminutas, calzarse los zapatos negros, abrocharse unos aretes también negros, y estaba lista. Se cepilló rápidamente el cabello al compás de “Rock de la cárcel” que bajaba flotando desde el segundo piso. Lena verificó por última vez su aspecto en el espejo. Al salir de su dormitorio se tropezó con Rosa, que llevaba en los brazos pilas de sábanas blancas, dobladas.

"¡Uuuuy! Qué bonita estás "dijo Rosa, moviendo la cabeza admirada mientras examinaba a Lena de pies a cabeza"¿Vas a salir con ese farmacéutico?" Lena asintió "Eso pensé. Llevas puesto tu lápiz labial rojo. Las mujeres sabemos lo del lápiz labial rojo, ¿verdad?"

"Hace juego con mi vestido, Rosa" contestó Lena recatadamente, pero la expresión pícara de Rosa la hizo sonreír. Se despidió con un ademán de la otra mujer y bajó la escalera con paso tan ligero como pudo. Pero no tuvo suerte. Lillian la esperaba en la puerta de calle.

"No vuelvas demasiado tarde, Lena. Ya sabes cómo me preocupo por ustedes, las chicas. Sobre todo ahora que esa muchacha ha vuelto al pueblo." Lena estuvo a punto de recordar a su madre que ella tenía treinta y cuatro años y era una adulta competente, capaz de decidir cuándo llegar a casa.

In The SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora