Capitulo 34

466 50 6
                                        

Capitulo 34

Los días siguientes fueron al mismo tiempo los mejores y les peores que había pasado Lena Luthor en su vida. Por una parte, pasaba las tardes con Kara, se deslizaba por atrás al apartamento después de que la tienda cerrara para que no la vieran, y se quedaba cada noche hasta las once, más o menos.
Paseaban al perro, bailaban lentamente en la sala de estar, al ritmo de una colección de viejas canciones que Kara había reunido en su adolescencia y que acababa de recuperar de la casa de su padre; limpiaban el apartamento, cocinaban, hacían el amor. Mientras tanto hablaban, de cualquier cosa y de todo y Lena redescubría esa mente perspicaz, inteligente, ávida de saber que tanto la atrajera antes. El que esa mente residiese ahora en el cuerpo de una mujer, no un chica, una mujer de quien, además, ella estaba honda, apasionadamente enamorada, parecía un don de los dioses. Poder discutir temas tan divergentes como la vida después de la muerte y los vericuetos de la salsa para macarrones con alguien que citaba a Henry W adsworth Longfellow y al mismo tiempo la enloquecía de lujuria, era más de lo que a ella se le había ocurrido pedir en a la vida.

Pero Tylerville estaba conmocionado por el asesinato de Imra Ardeen … y casi todos los lugareños estaban convencidos de que el asesino era Kara. La propensión de los ciudadanos por las habladurías se había vuelto siniestra, y los rumores proliferaban. Las versiones iban desde un culto de adoradores del diablo (con Kara como demonio principal) , hasta Kara como maníaca sexual homicida. Habría sido fácil reírse de las versiones más absurdas, salvo que se referían a quien ella amaba.

Hasta su propia madre, aunque Lena le aseguraba que Kara no podía haberlo hecho, la consideraba francamente una psicópata. Como dijo a su hija, tenía la esperanza de que ella no sobrellevara un cambio de personalidad al estilo doctor Jekyll- Mr. Hyde mientras Lena estaba con ella.

Sólo Lara comprendía un poco el enamoramiento de Lena, debido a que estaba experimentando su propio tumulto. Ben había regresado a Louisville sin conseguir la firma de Lara en los papeles que le permitirían vender la casa, pero había amenazado volver la semana siguiente. Lara, acongojada, dejó de lado su pena para defender a su hermana ante la madre de ambas. A su vez, Lena escuchaba las inquietudes de Lara cada vez que su hermana sentía necesidad de hablar. Mutuamente devotas cuando niñas, sólo que distanciadas por los cataclismos de la adolescencia y por el posterior casamiento de Lara, las dos volvían ahora a ser íntimas. Lena descubrió que tener a su hermana como amiga y aliada era una fuente enorme de consuelo, y Lara, al parecer, sentía lo mismo.
El funeral de Imra estaba previsto para la mañana del domingo, una semana justa después de su muerte. El retraso se debía a que las autoridades habían tenido que efectuar más pruebas con el cadáver. El jueves, habían llegado del laboratorio noticias de que la asesina de Imra y la asesina de Andrea Rojas parecían ser la misma persona. A ojos de la ley, Kara empezaba a parecer inocente. Pero las habladurías la señalaban como culpable, y la población siseaba de descontento porque una sospechosa tan obvia permanecía libre.
El jefe Queen le había prevenido que no acudiera al funeral, y ella había prometido a Lena que escucharía esa advertencia, pero Kara se presentó en el funeral de Imra.

Lena casi se cayó de su asiento cuando la vio entrar en el mismo saloncito de la funeraria de Long donde había tenido lugar la ceremonia para Jeremiah Danvers. Buena parte de la población había acudido en esta ocasión, aunque en su mayoría eran curiosos, atraídos por la índole sensacional del deceso de Imra. Incluso estaba presente un cronista del Tylerville Times, junto con un fotógrafo. Cuando el fotógrafo empezó a tomar fotos, Sam Munson se le acercó enseguida y le pidió que no lo hiciera. Sobrevino entonces una discusión en voz alta y tanto el cronista como el fotógrafo fueron desalojados. Después de eso, las cosas se tranquilizaron por unos minutos. Llegaron más flores. De improviso, el altavoz comenzó a emitir música fúnebre y sobresaltó a los más nerviosos, antes de que ajustaran el volumen a un nivel adecuado. Las miradas se fijaron en el ataúd cerrado cuando alguien se preguntó, en voz demasiado alta, cuán desfigurado estaría el cadáver. La sala bullía de morbosas hipótesis sobre los detalles exactos del crimen. Todos, al parecer, concordaban en una sola cosa: la sospechosa más probable. El nombre de Kara era vapuleado entre los presentes entre susurros.

In The SummerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora