Capitulo 37
Pese a la obvia renuencia de Lena a dejarla sola, Kara la envió con su hermana y su amiga a pasar el resto de la tarde. Luego partió en su motocicleta, que ahora tenía neumáticos nuevos. Había cosas que debía hacer y en las que debía pensar. Le obsesionaban el rostro de Imra y las caras de sus hijos. Pensaba sin cesar en lo que ella habría podido hacer, habría debido hacer, para evitar lo que había pasado. No había matado a Imra, como no había matado a Andrea, pero de algún modo se sentía culpable, como si esas muertes fuesen de alguna manera culpa suya.
No había inferido aún la razón de esas muertes, como tampoco quién era el autor. Pero un instinto profundo y oscuro que no podía explicar le indicaba que los asesinatos se vinculaban con ella de alguna manera inexplicable.
Pensó en Andrea remontándose en el pasado, años atrás. Era linda, delgada, rubia y menuda, como siempre le habían gustado las mujeres. Sus familiares eran miembros del club campestre y
pilares de la comunidad. Habían malcriado a Andrea, que era su hija menor. Andrea tenía todo lo que deseaba… hasta que quiso tener a Kara.Por primera vez en su vida, supuso Kara, sus padres le habían dicho que no. Andrea se había rehusado a aceptar una negativa. Había sido una muchacha dulce, joven y necia, con la cabeza llena de sueños de convertirse en actriz o modelo, o inclusive en azafata de aviación ( lo cual, a su modo de pensar era casi tan encantador como las otras dos alternativas) . En ese entonces, Kara había quedado impresionada por su belleza, su disposición a escabullirse a espaldas de su padre para verla, y su sexualidad inocente, ardiente, de la cual ella se había aprovechado plenamente con el egocentrismo absoluto de la juventud. Ella había sido la primera rebelión de Andrea contra el indulgente control de sus padres. Un rito adolescente tan típico no habría debido costarle la vida… pero por alguna razón, así fue.
Imra, en cambio, era diferente. Kara jamás había imaginado estar enamorada de Imra, ni tampoco ella lo había estado de la rubia. Habían sido amigas, compañeras de juegos siendo niñas, compinches en toda la escuela primaria y en los inicios de la secundaria, amantes casuales en su primer y segundo año de estudios, cuando las dos tenían ganas y no había nadie más disponible. Cuando ella salió de prisión, habían vuelto a ser amigas y amantes casuales. Ella había gozado tanto como Kara, pero nunca había habido entre ellas ilusiones de amor. Sin embargo, Kara le tenía cariño a su manera, y Imra a ella.
Igual que Andrea, Imra no había merecido morir. Esos niños no habían merecido que se los dejara sin madre.¿Cuáles eran entonces los hechos? Había dos mujeres muertas, asesinadas por el mismo criminal. Un criminal que había atacado dos veces en once años. Los años entre uno y otro crimen eran los años en que ella había disfrutado de la hospitalidad del estado. Hasta donde ella sabía, ¿qué tenían ambas mujeres en común? Ella se había estado acostando con ambas. Kara se quedó helada.
Y ahora estaba Lena. Lena, por quien ella habría bajado la luna del cielo, habría metido las estrellas en una bolsa y habría enjaezado el sol. Lena, que era más de lo que ella había soñado. Su fantasía sexual adolescente de hacer el amor con su maestra había sido una fantasía; pero Lena era real, una mujer buena, dulce, valerosa, intachablemente leal, que la hechizaba mientras su amor abría la fría prisión del corazón de Kara.
Lena la amaba. Estas tres palabras eran la poesía más bella que había oído en su vida. ¿Acaso ella estaba ahora en peligro? ¿Había un demente suelto que mataba a las mujeres a quienes ella quería? ¿O había entre las víctimas otro vínculo, que desconocía? Todo aquello era imposible, una loca pesadilla, que ella no lograba explicarse.
Pero pensando en Lena en Peligro, estuvo a punto de dar vuelta su motocicleta y correr a su lado.
Ú nicamente la lógica la detuvo. Once años habían pasado entre un asesinato y otro. Era probable que no ocurriese otro menos de una semana después del segundo. Acaso ya no habría otro. Tal vez Andrea había sido muerta por un psicópata errabundo ( la teoría favorita de Lena) y el de Imra fuese tan sólo una buena copia del primero. Tal vez Mike Matthews fuese más listo de lo que aparentaba. O tal vez… Dios, ¿quién lo sabía? Las posibilidades eran infinitas.No, ella no creía realmente que Lena estuviese en peligro. Pero ya se había equivocado antes. Y la vida le había enseñado a ser cautelosa.
Si el vínculo era ella, ¿quién, aparte de la familia de Lena, sabía de la relación entre ambas? Estaba la madre de Lena, a quien ella conocía básicamente como una voz incorpórea, desaprobatoria en la otra punta de la línea telefónica, y su hermana Lara, que en la escuela había sido la muchacha más popular de su clase. Lara era menuda, como Lena, pero más vivaz, más segura de su propio atractivo, más el tipo de mujer que llamaría la atención del común de los hombres. Kara siempre había admirado a Lara desde lejos sus atributos físicos, que ella compartía con su hermana, eran del tipo que siempre la había atraído, pero había sido a Lena a quien ella había deseado, ya entonces. Entre ella y Lena siempre había habido una percepción, una chispa indestructible.Almas gemelas. Eso eran ellas. Al pensarlo, Kara alzó irónicamente los labios. Qué romántico… y qué estúpido sonaba eso. Siempre había oído decir que el amor ponía de rodillas a los hombres fuertes y aniquilaba sus cerebros. Tal vez le convendría pensarlo dos veces en cuanto a cortarse el cabello.
Absolvió a la madre y a la hermana de Lena. Era mil veces más probable que la asesinaran a ella, y no a Lena.
Además, Imra era alta y fuerte para ser mujer.Asesinarla tan rápida y violentamente habría requerido una fuerza enorme. La fuerza de un hombre. ¿Andaba suelto un hombre que la odiaba tanto como para matar a las mujeres que amaba, para que la culparan a ella?, Kara sonrió. Rayos, esa era la mayoría de la población.
Era una rompecabezas. Había dado vueltas para todos lados, y no se presentaba ninguna solución. Sólo podía ver que dos mujeres a quienes ella había querido habían sido horriblemente asesinadas.
Si esa teoría en particular era cierta, entonces Lena corría peligro. Podía dejar de verla (para protegerla estaba dispuesta a cualquier cosa), pero se le ocurrió que el daño ya estaba hecho. En el funeral, un tercio de la población había visto cómo se tomaban la mano.Los otros dos tercios se enterarían por la noche, a la hora de cenar. La red de chismes de Tylerville era de una eficiencia inexorable.
Aunque fuese para calmar sus propios temores, Kara decidió ir a ver a Queen, señalarle el posible peligro para Lena y ver qué pensaba el jefe de policía. Pese a que ejercía una profesión que Kara aborrecía, era buena persona. Se podía confiar en él, y tenía acceso a mucha información que la ojiazul desconocía. Acaso supiera de otro vínculo entre las mujeres muertas que dejara totalmente fuera del cuadro a Lena.Quizá sí andaba suelto alguien que quería matar a las mujeres en la vida de Kara Danvers.
Esa tarde, Lena estaba con su hermana y la amiga de ambas. Estaría perfectamente a salvo. Kara decidió apresurar sus asuntos para poder estar de vuelta al caer la noche. La oscuridad traía peligro consigo, y hasta que amaneciera, ella no perdería de vista a Lena. Si era necesario, nunca en su vida volvería a perderla de vista.
El día siguiente sería domingo, con ese almuerzo infernal que tanto significaba para ella. Kara hizo una mueca. Tendría que hacer frente a la madre de Lena en una mesa llena de platería, porcelana y cristal. Sospechaba que Lillian Luthor se complacería en hacer la comida más complicada posible, tan sólo para desconcertarla.En fin, que pusiera en juego sus peores artes. Aunque ella no se lo habría admitido a nadie más, ni siquiera a Lena, se había preparado para esta eventualidad. Desde que la pelinegra volviera a entrar en su vida, su lectura de cabecera era un manual de etiqueta. Pensaba hacer lo posible para no avergonzarla. También pensaba hacer lo posible para mantenerla con vida.
Cuando todo aquello terminara, si alguna vez terminaba, ella tendría una segunda oportunidad. Ahora la policía la consideraba inocente, no sólo del asesinato de Imra, sino de Andrea. Necesitaba hablar con su abogado, que era la razón por la cual iba en ese momento rumbo a Louisville. Quería borrar de su vida la mancha de la condena anterior.
Era como si su destino empezase a retribuirle por errores pasados.

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In The Summer
FanfictionEsta historia no es mía, es una adaptación a Supercorp...CREDITOS A QUIEN CORRESPONDA Kara G!p