Capitulo 8: Emboscada

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Narrador.

El salón, que momentos antes había sido un lugar de celebración y alegría, se había transformado en un campo de tensión palpable. El ambiente, cargado con una energía oscura, se había vuelto denso, casi asfixiante. Cada respiración parecía resonar en el silencio que se había apoderado del lugar, como si el tiempo se hubiera detenido en anticipación de lo que estaba por venir.

Los héroes, distribuidos en el espacio, mantenían una postura alerta, con los músculos tensos y los sentidos agudizados. Cada uno de ellos sabía que el más mínimo movimiento en falso podría desatar una tormenta de caos. Los ojos de Bakugou chispeaban con una furia contenida, sus manos ligeramente levantadas, listas para desencadenar su explosión característica. Todoroki permanecía en calma, pero una fina capa de escarcha comenzaba a formarse a su alrededor, un testimonio de su disposición para liberar su poder en cualquier momento. Kirishima, con los puños cerrados, estaba preparado para endurecer su cuerpo al instante, listo para proteger a sus compañeros de cualquier ataque.

Las heroínas, no menos preparadas, intercambiaban miradas rápidas pero firmes. Momo ya había comenzado a formar discretamente una vara de combate, su mente calculando posibles estrategias. Tsuyu, aunque aparentemente tranquila, había preparado su lengua para un ataque rápido, mientras que Jirou, con los auriculares apenas visibles, estaba lista para usar sus ondas de sonido si la situación se salía de control. Uraraka, aunque más cercana a Izuku, no apartaba la vista del intruso, su quirk de gravedad cero listo para ser activado en un instante.

Frente a ellos, los villanos formaban un círculo cerrado alrededor de su líder. Sus expresiones variaban desde la expectativa hasta la indiferencia, pero todos ellos estaban sincronizados en su obediencia al hombre enmascarado. Era evidente que, aunque eran de poca monta, su presencia allí no era casual. Estaban organizados, esperando la orden para actuar, pero ninguno de ellos hacía un movimiento. Sabían que su líder controlaba la situación y que cualquier error de su parte podría arruinar los planes que claramente habían estado en marcha durante mucho tiempo.

El hombre enmascarado, sin embargo, permanecía inmóvil, su figura envuelta en misterio. Su presencia era intimidante, y el control que ejercía sobre sus subordinados y el ambiente mismo era abrumador. No había necesidad de palabras, su simple presencia bastaba para mantener a ambos bandos en un equilibrio precario, como si estuvieran al borde de un abismo.

El silencio en el salón era ensordecedor, cada segundo que pasaba aumentaba la presión sobre todos los presentes. Era una calma antes de la tormenta, una pausa tan tensa que cualquier sonido, cualquier movimiento, podría desencadenar una reacción en cadena de violencia y destrucción. La anticipación en el aire era tan densa que casi se podía cortar con un cuchillo.

Izuku, aún con su armadura desplegada, mantenía su mirada fija en el hombre enmascarado. Su mente corría a toda velocidad, analizando cada posible escenario, cada posible táctica. Sabía que, aunque no tenía el One for All, debía confiar en su experiencia, en su entrenamiento y en la tecnología avanzada de su traje. Sentía el peso de la responsabilidad sobre sus hombros, no solo por proteger a sus amigos, sino también por desentrañar el misterio de este nuevo enemigo.

El resto de los héroes sentía lo mismo. Cada uno de ellos, aunque preparado para luchar, sabía que la situación era delicada. No solo se trataba de fuerza bruta; era una batalla de voluntades, de estrategias, y cualquier error podría ser fatal. La tensión en el aire parecía electrificar el lugar, manteniendo a todos en vilo.

Los ojos del hombre enmascarado se movieron lentamente, recorriendo a cada uno de los héroes, como si estuviera evaluando su fuerza, su determinación. Había una frialdad calculadora en su mirada, un análisis que hacía que todos se sintieran expuestos. Era como si estuviera esperando el momento perfecto para hacer su movimiento, como un depredador acechando a su presa.

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