Capitulo 14: La Señal

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Narrador.

En una guarida oculta, escondida en las sombras de un lugar olvidado por el mundo, Mightless observaba en silencio. La oscuridad envolvía cada rincón, excepto por un par de ojos rojos que brillaban intensamente en medio de la negrura, cortando la penumbra con una luz maliciosa. Su mirada estaba fija en la cápsula que se alzaba en el centro de la sala, bañada en una tenue luz azulada.

Dentro de la cápsula, Ochako Uraraka flotaba en un estado de animación suspendida. Su respiración era apenas perceptible, como si el tiempo mismo se hubiera detenido para ella. Las burbujas de oxígeno ascendían lentamente, destacando su quietud. Sin embargo, algo en su apariencia había cambiado. La ropa de héroe que solía llevar había sido sustituida por un traje de color negro profundo, que parecía absorber la luz en lugar de reflejarla. Incluso sus labios, que solían mostrar una sonrisa cálida, ahora estaban cubiertos con un labial negro que acentuaba la palidez de su piel.

Mightless se acercó a la cápsula, sus pasos resonando suavemente en el suelo metálico. Su rostro se mantenía oculto bajo la sombra de su capucha, pero sus ojos carmesí seguían brillando con una intensidad escalofriante. Se detuvo justo frente al cristal, observando a la chica con una mezcla de desdén y satisfacción.

Mightless: El sufrimiento de Izuku Midoriya será mi mayor triunfo -susurró con una voz gélida y cruel, apenas audible en la vasta oscuridad que lo rodeaba- Para tomar su lugar, primero debo destruir todo lo que lo sostiene. Y no hay nada que él valore más... que a ti.

Su mano se alzó, tocando el cristal frío de la cápsula, justo donde se encontraba el rostro de Ochako. Su expresión no mostraba más que vacío, como si la humanidad que alguna vez pudo haber existido en él hubiera sido arrancada, dejando solo un ser movido por la oscuridad y el odio.

Mightless: Debo hacerlo sufrir hasta que no quede nada -continuó Mightless, con una calma aterradora- Cuando vea lo que te he hecho, cuando se dé cuenta de que no puede salvarte... entonces su espíritu se romperá. Y en ese momento, yo ocuparé su lugar.

Se apartó de la cápsula, sus ojos nunca perdiendo su brillo siniestro. Para Mightless, este no era solo un plan; era una necesidad. En su retorcida mente, la única forma de superar a Izuku Midoriya era destruir lo que lo hacía fuerte. Y lo que lo hacía fuerte era su amor, su esperanza... todo lo que Ochako representaba para él.

La habitación volvió a sumirse en el silencio, roto solo por el burbujeo constante del líquido en la cápsula. Mightless desapareció en las sombras, sus ojos rojos siendo lo último en desvanecerse. En esa oscuridad absoluta, se preparaba para el siguiente paso en su cruel plan, determinado a hacer que el mundo de Izuku Midoriya colapsara, pieza por pieza, hasta que no quedara nada... salvo el vacío.

El destino de Ochako pendía de un hilo, y con cada momento que pasaba, la desesperación de Izuku solo crecía, alimentando el retorcido deseo de Mightless de usurpar su lugar.

En la oscuridad de su guarida, Mightless comenzó a sentir un dolor indescriptible surgiendo desde lo más profundo de su cuerpo. Era un dolor que lo consumía, que se expandía con una fuerza imparable a través de cada fibra de su ser. Por un momento, el brillo carmesí de sus ojos se apagó, reemplazado por una agonía palpable que lo obligó a arrodillarse en el suelo frío.

El dolor se intensificó, como si su cuerpo estuviera a punto de desgarrarse desde dentro. Un temblor incontrolable recorrió sus extremidades, y una arcada seca le subió por la garganta. De repente, un espeso líquido negro comenzó a emanar de su boca, derramándose como una masa viscosa y oscura. Intentó contenerlo, pero fue inútil. El líquido no se detenía, fluyendo sin control, como si estuviera expulsando una parte de sí mismo.

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