Capitulo 28: Especial De Recuerdos Parte 5

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Narrador

El tiempo, implacable en su curso, había transformado la vida de los estudiantes de la U.A. Lo que antes parecían eternas jornadas de estudio, entrenamiento y misiones, se desvanecían rápidamente en recuerdos. Los días se fundieron en semanas, las semanas en meses, y sin apenas notarlo, la clase 3-A estaba ahora a solo unos días de graduarse. Los ecos de su esfuerzo, sacrificios y momentos compartidos resonaban por los pasillos de la academia. La emoción en el ambiente era palpable; pronto dejarían de ser estudiantes y serían oficialmente llamados héroes profesionales.

Para algunos, la graduación era la culminación de un largo sueño, el paso final hacia el reconocimiento. Para otros, representaba el comienzo de un camino aún más incierto y desafiante. Entre las emociones y expectativas de todos, la relación entre Izuku y Ochako se había convertido en un ancla, un espacio de tranquilidad y consuelo en medio del torbellino que les rodeaba.

Esa noche, en la habitación de Ochako, la paz reinaba. La luna, alta en el cielo, bañaba la estancia con una luz suave y plateada que se filtraba por las cortinas. Ambos dormían profundamente, abrazados como si su cercanía pudiera detener el paso del tiempo. Izuku, siempre protector, la rodeaba con su brazo, sujetándola de la cintura con delicadeza. Su respiración era calmada, cada inhalación sincronizada con la de Ochako, en una danza silenciosa que hablaba de una conexión que trascendía las palabras.

Izuku estaba sin camisa, y Ochako, abrazada por él, usaba la prenda de su novio para cubrir su cuerpo. Esa misma camisa, impregnada con el aroma que la hacía sentir segura, la envolvía con la calidez de quien la amaba. Vestía solo con sus shorts negros, mientras su mente descansaba de los días agotadores que habían pasado y de los que vendrían.

El amanecer comenzaba a insinuarse en el horizonte cuando Izuku, lentamente, empezó a despertar. Aún con los ojos medio cerrados, lo primero que hizo fue mirar a Ochako, cuyo rostro sereno descansaba sobre la almohada. Con una ternura infinita, se acercó y comenzó a depositar suaves besos en su frente, con la esperanza de despertarla con dulzura. Cada beso era un recordatorio de lo mucho que la amaba, de lo mucho que había compartido con ella desde que ambos eran simples estudiantes llenos de incertidumbres.

Ochako, sintiendo el calor de los besos de Izuku, abrió los ojos lentamente. Su mirada, aún nublada por el sueño, se encontró con la de Izuku, y una pequeña sonrisa se formó en sus labios. El tiempo pareció detenerse en ese momento; el mundo exterior se desvaneció, dejando solo a los dos, como si nada más importara.

Izuku: ¿Cómo dormiste? —le susurró Izuku, su voz suave, casi temerosa de romper la tranquilidad del momento.

Ochako, aún medio dormida, esbozó una sonrisa más amplia y respondió, con esa dulzura que siempre la caracterizaba:

Ochako: Dormí bien... porque estabas a mi lado.

Sus palabras resonaron en el corazón de Izuku. No necesitaba oír más. Todo estaba dicho en esa sencilla frase, en la seguridad que se brindaban mutuamente. Entre risas suaves, ambos entrelazaron sus manos, sintiendo la calidez del otro. Sus dedos se cerraron firmemente, como un pacto silencioso de amor y lealtad.

Ochako, con un impulso suave, se incorporó sobre la cama. Aún con la camisa de Izuku cubriéndola, se puso de pie, sus pies hundiéndose levemente en el colchón. La luz del amanecer comenzaba a pintar su silueta con tonos dorados, dándole un brillo casi etéreo. Izuku, aún de rodillas en la cama, levantó la mirada, sus ojos verdes brillando con admiración y devoción.

 Izuku, aún de rodillas en la cama, levantó la mirada, sus ojos verdes brillando con admiración y devoción

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