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Érase una vez un ángel.
Era el ángel más precioso de todo el cielo y la tierra.. Pero ese ángel aún no lo sabía.
Vestía todo de negro porque pensaba que así se vería por dentro.
Tal vez si, tal vez no.
Pasaba horas leyendo los libros más extensos que encontraba.
Si lo veías en la calle, bajaría su cabeza porque sentía pena de si.
Ese ángel tenía muy buenos amigos!
Los mejores que alguien podría desear.
Sólo que...

Nadie más podía verlos.

Aún así, ese ángel era el más perfecto de su tierra. A los ojos de personas genéticamente dañadas el no era nada.
Aunque ellos no lo vieran, ni el tampoco pudiera descubrirlo, poseía una belleza superior a las demás, una que nadie jamás le arrebataría.
La belleza de ver el mundo real.
Y aceptar que sus alas ya estaban rotas y dejarse ir.
Dejarse ir como siempre lo había soñado.

Quizás no fuera ese el ángel más feliz, ni este el cuento más hermoso.
Pero hay que ver las cosas como son.. Dejo esta historia incompleta.
Páginas tintadas con el rojo de mi sangre.

Bienvenida al mundo realDonde viven las historias. Descúbrelo ahora