9: Bajo el manto de la niebla.

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Las semanas siguientes al descubrimiento del medallón estuvieron llenas de tensión e incertidumbre para Chiara y Violeta. Cada día parecía acercarlas más al centro de una tormenta, mientras intentaban mantener la fachada de normalidad en Hogwarts. Sin embargo, la presión de los secretos que compartían estaba creando una conexión entre ellas que ni siquiera el caos alrededor podía romper.

La lechuza llegó temprano una mañana, apenas antes de que el sol apareciera por encima del horizonte. Chiara se encontraba en la Sala Común de Slytherin, revisando por enésima vez el pergamino que habían encontrado en el Valle de Godric, cuando la pequeña ave entró por una de las ventanas y se posó en su hombro, dejando caer una carta en su regazo. El pergamino estaba sellado con el emblema de su familia: una serpiente enroscada alrededor de una rosa negra. Un nudo se formó en el estómago de Chiara mientras rompía el sello. La escritura era la inconfundible caligrafía de su madre, pero algo en la forma en que las letras se inclinaban parecía distinto, más forzado, como si hubiera sido escrita con prisa.

Chiara,

Espero que estés bien. Siento no haberte escrito la semana pasada, las cosas en casa han estado... diferentes. Tu padre ha estado ocupado, más de lo habitual, y he notado una creciente tensión en su comportamiento. No estoy segura de qué está pasando, pero quiero que sepas que debes tener cuidado. No confíes en nadie fuera de tu círculo cercano.

Hay rumores, susurros de que algo grande está por ocurrir en el mundo mágico. Si escuchas algo, si ves algo inusual, por favor, avísame de inmediato. Debes mantenerte a salvo, querida.

Con amor,

Mamá.

El nudo en su estómago se apretó aún más. Había algo implícito en las palabras de su madre que encendió una alarma en su mente. Cerró la carta lentamente, su mirada perdida en el fuego crepitante de la chimenea. Ruslana, que había estado observándola desde su asiento, se levantó y se acercó.

—¿Qué pasa? —preguntó, sentándose a su lado con una expresión preocupada.

Chiara le pasó la carta, dejando que su amiga leyera las palabras que la habían dejado tan inquieta. Ruslana la leyó en silencio, su ceño fruncido mientras avanzaba por el texto.

—Esto no suena bien, Chiara —dijo finalmente, devolviéndole la carta—. ¿Crees que tiene algo que ver con Blackthrone?

Chiara asintió, su mente corriendo con pensamientos oscuros. 

—No lo sé, pero tengo la sensación de que algo más está en juego. Mis padres nunca han sido particularmente abiertos sobre su pasado, pero esta carta... algo no encaja.

Ruslana la observó por un momento, luego tomó sus manos entre las suyas, un gesto que no era común entre ellas, pero que Chiara agradeció. 

—Lo que sea que esté pasando, lo enfrentaremos juntas. No estás sola en esto.

Chiara le sonrió débilmente, aunque su mente seguía atormentada por la sensación de que algo estaba muy mal. No podía evitar pensar en Lucien Blackthrone, en cómo su familia parecía estar enredada con él de una manera que no alcanzaba a comprender del todo.


Más tarde ese día, Chiara se dirigió al campo de Quidditch para una práctica intensiva con su equipo. Como buscadora de Slytherin, su habilidad para mantener la concentración bajo presión era vital. Pero aquel ocaso su mente estaba en otra parte, distraída por la carta de su madre. El viento frío del crepúsculo soplaba con fuerza mientras los jugadores de Slytherin se lanzaban por el aire, zigzagueando entre los aros y las Bludgers. Chiara, en su posición, observaba cada movimiento con ojos entrenados, pero no podía evitar que su mirada se desviara ocasionalmente hacia las gradas, donde sabía que Violeta observaba los entrenamientos desde hacía un par de semanas, acompañada de Álex y Denna. En uno de esos momentos, cuando Chiara atrapó brevemente su mirada, el mundo pareció detenerse. Violeta la observaba con una intensidad que hizo que el estómago de Chiara diera un vuelco. No sabía exactamente qué era lo que sentía, pero había una atracción innegable, un magnetismo que la hacía querer acercarse a Violeta, tocar su mano, sentir su proximidad. El sonido de una Bludger pasando peligrosamente cerca de su cabeza la devolvió a la realidad. Ruslana, que estaba volando cerca, le lanzó una mirada de advertencia.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora