36: La prueba del Amuleto.

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Chiara, Violeta, Martin y Juanjo caminaban con una determinación renovada. El Amuleto, un pequeño artefacto dorado que brillaba con una luz tenue y pulsante, estaba guardado con cuidado en la túnica de Chiara, quien lideraba el grupo. La adrenalina de la batalla reciente aún recorría sus venas, pero la sensación de logro les daba fuerzas para seguir adelante. Sin embargo, a medida que avanzaban por los túneles sinuosos y oscuros de la cueva, una creciente inquietud comenzó a apoderarse de ellos.

—¿No habíamos pasado ya por aquí? —preguntó Martin, deteniéndose un momento para observar la roca irregular que se levantaba a su derecha. Parecía extrañamente familiar.

—Eso mismo estaba pensando —respondió Juanjo, entrecerrando los ojos mientras inspeccionaba el pasillo. Había una pequeña marca en la pared, un rasguño en la piedra que recordaba haber visto antes.

Violeta, que caminaba justo detrás de Chiara, sintió un escalofrío recorrer su espalda. Aunque estaban cansados y heridos, no podían permitirse el lujo de perderse en ese laberinto oscuro.

—Chiara... —empezó a decir Violeta con cautela—, ¿estás segura de que vamos en la dirección correcta?

Chiara se detuvo abruptamente, el peso de sus decisiones cargando sobre sus hombros. Ella había guiado al grupo sin dudarlo, confiando en sus instintos y en la urgencia de su misión. Pero ahora, mientras examinaba el túnel frente a ellos, una duda inquietante comenzó a asentarse en su mente.

—Estamos yendo en círculos... —admitió Chiara finalmente, su voz cargada de frustración. Apretó los dientes, sintiendo cómo la presión volvía a atenazarla. No podían permitirse cometer errores, no ahora que tenían el Amuleto.

—¿Y ahora qué? —preguntó Juanjo, intentando no dejar que el pánico se apoderara de él—. No podemos seguir caminando sin rumbo. Necesitamos encontrar la salida de aquí y rápido.

Chiara sabía que tenía razón, pero la desesperación la estaba consumiendo. Había sentido la oscuridad en la cueva como una presencia viva, y cada paso en falso parecía llevarlos más lejos de su objetivo. Cerró los ojos por un momento, buscando en su interior una respuesta, algo que pudiera guiarlos.

El Amuleto, recordó de repente. Aún no había tratado de usar su poder para encontrar la salida.

Con manos temblorosas, sacó el Amuleto de su túnica. Su superficie dorada brillaba con una luz suave, y las runas que lo decoraban parecían cambiar de forma en su visión. Por un lado estaba la runa Thurisaz, símbolo de destrucción, y por el otro Sowilo, que representaba la capacidad de construir o destruir.

Chiara respiró hondo y se concentró en el Amuleto, en el poder que sentía latir dentro de él. Sin saber exactamente qué hacer, le pidió ayuda mentalmente, suplicando en silencio que les mostrara el camino. Para su sorpresa, el Amuleto comenzó a vibrar suavemente en sus manos, como si respondiera a su llamada. El ligero temblor se intensificó, y luego, con una fuerza casi imperceptible, tiró de su mano en una dirección específica. Chiara abrió los ojos, sintiendo un destello de esperanza.

—¡Es por aquí! —exclamó, señalando un estrecho túnel que se abría a la izquierda. La oscuridad parecía más densa allí, pero una brisa ligera, apenas perceptible, emanaba de su interior.

—¿Estás segura? —preguntó Martin, aunque ya estaba preparado para seguirla. Había aprendido a confiar en los instintos de Chiara.

—Sí, estoy segura —respondió ella con firmeza—. El Amuleto nos está guiando.

Sin más dudas, el grupo avanzó por el túnel estrecho. A medida que caminaban, la brisa se hizo más fuerte, llevando consigo una sensación de alivio, como si estuvieran acercándose a la salida. Sin embargo, a cada paso, la brisa se convertía en viento, y el viento en un torbellino que comenzaba a sacudirlos.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora