20: El legado de los Oliver.

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El tiempo parecía haberse detenido en la habitación subterránea. La suave luz dorada de las lámparas mágicas arrojaba sombras alargadas sobre las paredes de piedra, y el aire estaba impregnado del olor a polvo y pergaminos antiguos. Chiara, con el cabello recogido en una coleta alta, llevaba horas sumergida en el diario de su bisabuela Melisande, sus ojos recorriendo las páginas amarillentas con una mezcla de concentración y urgencia.

Violeta, que había estado observando a Chiara desde una esquina de la sala, finalmente decidió que era hora de intervenir. Se levantó con sigilo, cuidando de no hacer ruido, y salió de la habitación, dejando a Chiara absorta en su lectura. Subió las escaleras y cerró la puerta con cuidado antes de dirigirse a la cocina, donde esperaba encontrar a Astrid. La encontró allí, sentada a la mesa con una taza de té entre las manos, sus ojos fijos en la ventana, aunque parecía más perdida en sus pensamientos que observando el exterior. El ambiente en la cocina era extrañamente denso, como si algo invisible flotara en el aire.

—¿Todo bien, querida? —preguntó Astrid, girando la cabeza lentamente hacia Violeta, con una sonrisa que no llegó a sus ojos.

—No del todo —respondió Violeta, acercándose a la mesa y sentándose frente a ella—. Chiara lleva horas sin salir de esa habitación. Creo que necesita un descanso, algo de comer o beber. Pero hay algo más... —Violeta hizo una pausa, su voz temblando ligeramente—. Estoy preocupada por ella, señora Oliver. Esta conexión que tiene con Lucien Blackthorne... Es como si estuviera atrapada en algo que no puede controlar.

Astrid observó a Violeta en silencio por un largo momento, sus ojos grises brillando con una extraña intensidad. La sonrisa en su rostro se mantuvo, pero había algo en ella que hizo que Violeta sintiera un ligero escalofrío recorriendo su espalda.

—Entiendo tus preocupaciones, Violeta —dijo finalmente Astrid, su voz suave pero con un matiz que Violeta no pudo identificar del todo—. Y tienes razón al estar asustada. La conexión entre Chiara y Lucien no es algo natural, y ciertamente no es algo que deba tomarse a la ligera.

Violeta asintió, sintiendo un nudo en la garganta. Algo en la manera en que Astrid hablaba, en cómo sus palabras parecían cuidadosamente medidas, le hacía pensar que había más en la historia de lo que ella estaba dispuesta a revelar.

—¿Por qué solo ella? —preguntó Violeta, sus palabras saliendo casi como un susurro—. ¿Por qué es ella la que tiene que enfrentarse a todo esto? Siento que está cargando con un peso demasiado grande.

Astrid dejó escapar un suspiro, dejando su taza de té sobre la mesa. Sus dedos trazaron un patrón invisible sobre la superficie mientras sus ojos se oscurecían momentáneamente, como si estuviera contemplando recuerdos que preferiría mantener enterrados.

—La conexión entre Chiara y Lucien tiene raíces profundas en la historia de nuestra familia y en la magia antigua que Melisande Oliver estudió durante toda su vida. Verás, Melisande no solo recopiló artefactos y conocimientos; también hizo predicciones. Ella era una vidente, y en sus visiones vio el surgimiento de una oscuridad que amenazaría con consumir el mundo mágico.

Violeta sintió que el aire en la cocina se volvía más pesado, como si las palabras de Astrid hubieran invocado una presencia invisible y oscura.

—Una de las visiones más inquietantes de Melisande era sobre un mago oscuro que intentaría recuperar un amuleto perdido que alguna vez perteneció a los fundadores de Hogwarts. Este amuleto, según la leyenda, tiene el poder de amplificar enormemente las habilidades mágicas de su poseedor, convirtiéndolo en un ser casi invencible. Melisande creía que si este amuleto caía en las manos equivocadas, podría significar el fin de nuestra forma de vida tal como la conocemos.

USA MIS MANOS - KIVI (HOGWARTS)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora